CELOS (Que el cielo la juzgue)

Respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Comúnmente se denomina así a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada preste atención en favor de otra. También se conoce así al sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona (…) Los celos mal llevados al extremo constituyen una patología fuertemente autodestructiva, generalmente denominada celotipia; quien padece esta enfermedad «vive» en un estado de infelicidad, en función de sus miedos y sospechas de engaño, muchas veces completamente infundados y prácticamente no acepta otra condición de verdad que no sean las evidencias que confirman su inseguridad en la relación. Los celos patológicos pueden manifestarse indistintamente en hombres o mujeres. Los celos causan mucha angustia e infelicidad y aún provocar el daño al ser objeto del celo, incluso hasta provocar una respuesta física de agresión desmedida terminando, en la reclusión (secuestro), en el asesinato o agresión física. (Wikipedia)

“Ni siquiera la prueba de lo absurdo de sus sospechas podrá consolar al celoso, porque los celos son la enfermedad de la imaginación”
Vicente Aleixandre (1898-1984) Poeta español

QUE EL CIELO LA JUZGUE (Leave her to heaven) – 1945

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Director John M. Stahl
Guion Jo Swerling
Fotografía Leon Shamroy
Música Alfred Newman
Producción 20th Century Fox
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 111m. Color
Reparto Gene Tierney, Cornel Wilde, Jeanne Crain, Vincent Price, Mary Phillips, Guy Beach, Gene Lockhart, Ray Collins, Darryl Hickman.

«De los siete pecados capitales, los celos es el peor de todos»

El guionista Jo Sweling alteró drásticamente su agradable y benévola disposición melodramática con esta adaptación de la novela homónima de Ben Ames Williams, que John M. Stahl convirtió en una intriga pasional, sobrecogedora e irrefutablemente superlativa para confirmarse definitivamente como uno de los más insignes cultivadores del género. La deslumbrante y maravillosa Gene Tierney ingresaba por méritos propios en la ilustre galería de ofuscadoras «femme fatales» al encarnar a la egoísta, malvada y enloquecida esposa de un joven escritor, carcomida por los celos y dispuesta incluso a asesinar para preservar su extremado sentido de la posesión amorosa. La película cimentaba su tremebundo y descabellado dramatismo en una perspicaz graduación psicoanalítica de la compleja personalidad de la protagonista y en la impactante resolución de determinadas secuencias, que, evidentemente, causaron una auténtica conmoción en el momento de su estreno. El inflamable romanticismo visual de su autor quedaría afianzado por la magistral fotografía en espacios naturales de Leon Shamroy.

Otras películas sobre los CELOS

Otelo – Orson Welles (1952)
El infierno – Claude Chabrol (1994)
Celos – Vicente Aranda (1999)

6 comentarios

  1. Cuando hablamos de la sublimación del melodrama, rápida e inevitablemente nuestra “cultura” cinematográfica nos lleva a Douglas Sirk. Sin embargo, no fue el único capaz de elevar a la categoría de obra de arte films adscritos a este -muchas veces- menospreciado género por aquellos críticos y espectadores que consideraban su proximidad al folletín como material destinado a públicos intelectualmente poco exigentes. Pues bien, antes de que en la década de los cincuenta Sirk se convirtiera en su mejor cultivador, existió un director, John M. Stahl, que lo abordó con exquisitez y evidente talento. De hecho, aquel alemán importado por Hollywood “remakeó” años después algunos títulos que Stahl había rodado en la decada de los treinta (“MAGNIFICENT OBSESSION”, “IMITATION OF LIFE”).
    “QUE EL CIELO LA JUZGUE” es un melodrama depurado hasta la absoluta perfección cuya arquitectura argumental se basa en el geométrico ensamblaje de sus piezas sin necesidad de argamasa; una es consecuencia de la anterior y presiona sobre la siguiente formando así un todo lógico e inexorable. No faltan además algunos elementos de thriller y toques freudianos (o más exactamente jungianos) pues algunos detalles (que dejan de serlo por su evidencia) nos ponen sobre la pista de que Ellen arrastra un complejo de Electra sobre el que pivota la trayectoria de su enfermiza y posesiva obsesión amorosa que deviene locura y maldad casi en estado puro.
    El film, de narrativa suave y precisa a través de un gran flashback, contiene momentos antológicos que han quedado enganchados para siempre en nuestra memoria cinéfila, como esas imágenes de onírica belleza que muestran a la Tierney cabalgando a lomos de un caballo sobre un paisaje agreste mientras esparce las cenizas de su difunto padre (de quien evidentemente estaba enamorada), o más tarde, la noqueadora secuencia de ella en medio del lago escudándose tras unas gafas negras mientras desde la barca contempla con estatuaria frialdad el escalofriante desarrollo del ahogamiento de su tullida e inocente víctima, o cómo diseña su “caída” por las escaleras en su intentona para librarse de otro ser inocente que la estorba. Y la cumbre, ese delirio vengativo de Ellen llevado «más allá de la muerte».
    Se trata probablemente del mejor trabajo de John M. Stahl (como decía al principio de este comentario, un olvidado director a reivindicar) en el que debe desta­carse asimismo un inspirado trabajo con el color como elemento dramático y la sabia utilización tanto del paisaje como de la embelesante y a la vez ambivalente belleza de Gene Tierney en el mejor papel de toda su carrera.
    Un saludo.

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  2. ¡Qué película! Y qué imagen icónica deja Gene Tierney en esa escena maravillosa del lago, que describe Teo. Ella con sus gafas de sol, sin pronunciar palabra. De John M. Stahl me gusta mucho pero mucho un melodrama que se llama La usurpadora, que tuvo posteriormente dos remakes.

    En cuanto los celos… me voy a decantar por una comedia de Wilder. Bésame, tonto, donde Ray Walston es un marido muy pero que muy celoso… y sus sospechas van siempre acompañadas de una música enfática…

    Besos
    Hildy

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  3. Un tipo de cine ya perdido. Donde el romanticismo es sinónimo de melodrama. Donde las pasiones se desparraman olvidando lo políticamente correcto que dentro de la supuesta rebeldía prima en la actualidad.

    Es curioso, pero lo clásico resulta mucho mas perturbador que lo progresista, en fin, tiempos extraños y grandisima película dela que solo queda añadir…..Que fueron los celos…..Cuidate

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