John Addison

BARCO (La bella Maggie)

Vehículo flotante que se utiliza para transportar por el agua personas, animales o cosas. (Espasa-Calpe)

«Y lo navegaré por la costa oeste, por pueblos y ciudades. Allí pasaré mis vacaciones. Estarán haciendo sus rondas y me preguntarán cómo lo conseguí. Diré: ‘Ahorré mi dinero’. Ellos dirán: ‘¿No es bonito? Ese barco llamado Dignidad'» (canción Dignity de Deacon Blue)
Ricky Ross (1957-) Músico, cantante y locutor escocés, líder de la banda de rock Deacon Blue

LA BELLA MAGGIE (The Maggie) – 1954

maggie

Director Alexander Mackendrick
Guion William Rose
Fotografía Gordon Dines
Música John Addison
Producción Ealing
Nacionalidad Reino Unido
Duración 92m. B/N
Reparto Paul Douglas, Alex Mackenzie, James Copeland, Abe Barker, Tommy Kearins, Hubert Gregg, Geoffrey Keen.

«Estáis muy orgullosos con vuestros galones dorados, vuestros salarios y vuestros cinco días semanales. Pero sólo sois empleados y debéis estar firmes como grumetes ante el escritorio del Sr. Campbell (…) No tenéis libertad de movimientos, pero yo sí. Ni tampoco tenéis la dignidad de ejercer vuestro propio mando. Y mi barco es el mejor de toda la flota costera.»

Una de las películas más personales y subestimadas de Mackendrick la encontramos en esta agridulce comedia de trasfondo social, ambientada en una pequeña localidad costera escocesa, que reincidía con punzante agudeza en el perpetuo conflicto entre tradición y modernidad planteado un año antes por la Ealing en la entrañable LOS APUROS DE UN PEQUEÑO TREN de Charles Chrichton. El proceso de humanización que experimenta un arrogante hombre de negocios estadounidense (impecable Broderick Crawford) ante la pícara y afectuosa inoperancia evidenciada por la reducida tripulación del desvencijado Maggie, único barco disponible para transportar su valiosa mercancía a una isla cercana, deparaba una elegía moral de tintes autobiográficos y sensibilidad genuinamente fordiana, singularizada por su acento realista, mordaz y nostálgico. Irreprochable reparto encabezado con un extraordinario Broderick Crawford (fraternal resulta la relación que su personaje establece con el avispado grumete, solapado alter-ego del realizador) y apropiada partitura de John Addison.

Otras películas en cuyo título aparece el nombre del BARCO protagonista

L’Atalante – Jean Vigo (1934)
El motín del Caine – Edward Dmytryck (1954)
Titanic – James Cameron (1997)

MAQUINACIÓN (Mujeres en Venecia)

Plan urdido para conseguir algún propósito, generalmente sirviéndose de medios poco honestos. (Espasa-Calpe)

«Y ten paciencia con la maquinación de los envidiosos, porque tu paciencia los matará, porque el fuego se come a sí mismo si no encuentra a quien comerse»
Proverbio árabe anónimo

MUJERES EN VENECIA (The honey pot) – 1967

mujeres

Director Joseph L. Mankiewicz
Guion Joseph L. Mankiewicz
Fotografía Gianni Di Venanzo
Música John Addison
Producción Famous Artists
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 130m. Color
Reparto Rex Harrison, Cliff Robertson, Maggie Smith, Susan Hayward, Capucine, Eddie Adams, Adolfo Celi, Hugh Manning, David Dodimead.

«¡Qué poca gente valora el tiempo! La gente vulgar, como todo lo demás, elige lo que es mayor, no lo que es mejor. Incluso en el tiempo, rezarán para vivir cien largos y miserables años y se sentirán engañados si viven cincuenta de los mejores. Cantidad, sí, calidad, no.»

La frustración acumulada durante la caótica realización de CLEOPATRA (1963) acrecentó el perfil esquivo y nihilista de Mankiewicz hasta impulsarlo a trazar una postrera trilogía demiúrgica sobre juegos de identidades, completada con las igualmente brillantes EL DÍA DE LOS TRAMPOSOS (1970) y LA HUELLA (1972). La primera entrega de este peculiar resarcimiento con la industria partió de la novela The evil of the day de Thomas L. Sterling y de la pieza teatral de Frederick Knott The fox of Venice, a su vez inspiradas en el clásico Volpone de Ben Johnson, en la que mostraba con cinismo y una redundante elocuencia descriptiva la pérfida maquinación escénica con trasfondo testamentario que un extravagante millonario estadounidense organiza en su palacio veneciano a costa de tres antiguas amantes. Planeada como un extensivo e ingenioso discurso acerca de la inconsistencia del fingimiento y la mentira, acaba tanteando con acritud y lucidez un interesante abanico de temas como la creación artística, la codicia o la frustración espiritual que conduce al infructuoso desafío contra el paso del tiempo. Lamentablemente, obtuvo un fracaso en taquilla más que contundente.

Otras películas determinadas por una MAQUINACIÓN de sustrato afectivo

Las damas del bosque de Bolonia – Robert Bresson (1945)
Divorcio a la italiana – Pietro Germi (1961)
Las amistades peligrosas – Stephen Frears (1988)

AUTÓMATA (La huella)

«Máquina dotada de un mecanismo que le permite moverse, en particular la que imita la figura y movimientos de un ser animado, normalmente humano» (RAE)

“Un político no puede ser un hombre frío. Su primera obligación es no convertirse en un autómata. Tiene que recordar que cada una de sus decisiones afecta a seres humanos. A unos beneficia y a otros perjudica. Y debe recordar siempre a los perjudicados”
Adolfo Suárez (1932-2014) Político y abogado español

LA HUELLA (Sleuth) – 1972

Director Joseph L. Mankiewicz
Guión Anthony Shaffer
Fotografía Oswald Morris
Música John Addison
Producción Palomar Pictures
Nacionalidad Gran Bretaña/ Estados Unidos
Duración 139m. Color
Reparto Laurence Olivier, Michael Caine, Alec Cawthorne, John Matthews, Eve Channing, Teddy Martin.

«El camino más corto para llegar al corazón de un hombre es a través de la humillación. Enseguida descubres de qué pasta está hecho»

Mankiewicz puso punto final a su trayectoria como realizador con esta adaptación de la pieza teatral homónima de Anthony Schaffer, ofreciendo un detallado inventario de los distinguidos recursos expresivos que lo encumbraron como uno de los grandes maestros de la puesta en escena cinematográfica. El ambiguo y retorcido enfrentamiento entre un decrépito novelista aristócrata y el peluquero amante de su esposa en la lúgubre mansión propiedad del primero deparaba un macabro juego psicológico de poder, venganza y humillación, donde las disimilitudes conceptuales de dos clases sociales radicalmente distintas eran desenmascaradas sin ningún tipo de indulgencia. El egregio cineasta estadounidense optó por realzar el fundamento escénico del relato y demostró por última vez su prodigioso talento en la dirección de actores; unos espléndidos Olivier y Caine (éste último interpretaría una nueva e ineficaz versión en 2007 a las órdenes de Kenneth Branagh) que ayudaron con su antológico duelo interpretativo a hacer de la película uno de los mayores triunfos críticos y comerciales de su filmografía. No hay que olvidarse de la extravagante decoración de Ken Adam, aderezada con una inquietante colección de juguetes y muñecos autómatas, así como de la excelente partitura de John Addison.

Otras películas donde aparece algún AUTÓMATA

Jaque a la reina – Raymond Bernard (1927)
El afinador de terremotos – Timothy Quay y Stephen Quay (2005)
La mejor oferta – Giuseppe Tornatore (2013)

SORDIDEZ (Un sabor a miel)

1. Suciedad, pobreza, miseria.
2. Mezquindad, avaricia
3. Indecencia, inmoralidad, vileza.
(2005 Espasa-Calpe)

«La vida continua, aun a su pesar, y la historia, como la vida, también sigue cociéndose en el puchero de la sordidez»
Camilo José Cela (1916-2002) Escritor español

UN SABOR A MIEL (A taste of honey) – 1961

sabor

Director Tony Richardson
Guión Shelagh Delaney y Tony Richardson
Fotografía Walter Lassally
Música John Addison
Producción Woodfall
Nacionalidad Reino Unido
Duración 100m. B/N
Reparto Rita Tushingham, Dora Bryan, Robert Stephens, Murray Melvin, Paul Danquah, Moira Kaye, Herbert Smith, Valerie Scarden.

«Un poco de amor, un poco de placer, y terminas así… No pedimos la vida, nos arrojan a ella»

Tras una primera y calamitosa experiencia en Hollywood, donde dirigió el impropio melodrama RÉQUIEM POR UNA MUJER (1961), Tony Richardson regresaba a su país para adecuar la celebrada pieza teatral de Shelagh Delaney en torno a las amargas y disonantes relaciones que una incomprendida muchacha mancuniana sostiene con un tierno y afable joven homosexual, un marinero negro que la deja embarazada y, sobre todo, su egoísta y libertina madre. El estilo naturalista de su puesta en escena, no exento de una cierta acepción poética, desbordaría con creces el entorno intimista de la historia hasta erigirse en un sórdido y contundente documento social que dislocaba el pensamiento puritano anglosajón al abordar sin tapujos temas tan ingratos para la época como la promiscuidad sexual; audacia, que, como era presumible, acarreó un sonado revuelo. Hermosa fotografía de Lassally y enternecedora composición de Rita Tushingham, digna representante femenina de los ‘jovenes airados’, para un film que ha empalidecido un tanto con los años pero que persiste como un digno exponente del «free cinema».

Otras películas enmarcadas en un ambiente de SORDIDEZ

La golfa – Jean Renoir (1931)
Furtivos – José Luis Borau (1975)
No matarás – Krzysztof Kieslowski (1988)

CORREDOR (La soledad del corredor de fondo)

Atleta que se dedica a correr en competiciones deportivas. (definicion.de)

«Los Juegos Olímpicos muestran claras desigualdades entre las razas blanca y negra en cuanto a, por ejemplo, los atletas, y los corredores en particular. Es un hecho (…) Constato lo que veo (…) El igualitarismo es simplemente absurdo»
Jean-Marie Le Pen (1928-) Político francés

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO (The loneliness of the long distance runner) – 1962

Director Tony Richardson
Guión Allan Sillitoe
Fotografía Walter Lassally
Música John Addison
Producción Woodfall/British Lion
Nacionalidad Gran Bretaña
Duración 99m. B/N
Reparto Tom Courtenay, Michael Redgrave, Avis Bunnage, Alec McCowan, James Fox, Peter Madden, James Bolam, Topsy Jane, Julia Foster.

“Correr siempre ha sido muy importante para mi familia, sobre todo para escapar de la policía. Es difícil de entender. Todo lo que sé es que tienes que correr, correr sin saber por qué, a través de campos y bosques. Correr sin una meta. Ésa es la soledad que siente el corredor de fondo”

Richardson apuntaló su prestigio como realizador gracias a esta respetable adaptación de un texto homónimo de Allan Sillitoe, que otorgaría una definitiva proyección internacional al «free cinema» británico para erigirse en un fenómeno social de importante magnitud entre los adolescentes de aquellas islas. Tom Courtenay efectuaba un digno debut cinematográfico al encarnar a un díscolo delincuente de los alrededores de Notthingham, que, debido a sus facultades atléticas, era punitivamente manipulado por el regente de un correccional con el propósito de derrotar a otro centro de superior categoría en una competición de larga distancia. El quehacer cotidiano en el reformatorio, unido a la preparación de este deportivo enfrentamiento de clases, se alternaban con sucesivos flashbacks que desgranaban con precisión el mezquino e indecoroso entorno familiar del protagonista en una narración de una conmovedora tensión y profundidad, orientada a formalizar una agravante invectiva al fascismo de la clase dirigente. Acertada música con inflexiones jazzísticas de John Addison, ideal para transmitir las sensaciones y pensamientos del protagonista en plena carrera.

Otras películas protagonizadas por un CORREDOR de atletismo

Carros de fuego – Hugh Hudson (1981)
Sin límites – Robert Towne (1998)
Marathon – Jeong Yoon-chul (2005)