Discusión judicial y actual entre partes, y sometido al conocimiento de un tribunal de justicia. Esto presupone la existencia de una controversia o conflicto de interés, es decir, la sustentación de derechos e intereses contradictorios o contrapuestos a lo defendido por la parte contraria, y que la perjudican (…) El juicio oral es el periodo decisivo del proceso penal en que, después de concluido el sumario, se practican directamente las pruebas y alegaciones ante el tribunal sentenciador, son juicios concentrados, de inmediación judicial con actuación pública de todas las partes e intervención directa y constante de juez, que se llevan en forma oral. Reciben este nombre en contraposición a los juicios escritos, y están regidos por una serie de principios propios. (Wikipedia)
«Me encantan los juicios por asesinato, los juicios importantes en los que hay una vida en juego y la presión es tan enorme que se respira en el ambiente. Cuando la sala está abarrotada y se toman grandes medidas de seguridad. Donde la mitad del público odia al acusado y a sus abogados y la otra mitad reza para que se salve»
John Grisham (1955-) Escritor estadounidense
VENCEDORES O VENCIDOS (Judgment at Núremberg) – 1961
Director Stanley Kramer
Guion Abby Mann
Fotografía Ernest Laszlo
Música Ernest Gold
Producción United Artists
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 178m. B/N
Reparto Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Montgomery Clift, Ed Binns, Judy Garland, Maximilian Schell, Marlene Dietrich.
* Ernest Gold – Tea time in Berlin
«Ante los pueblos del mundo, permítanme ustedes que proclame en nuestro fallo aquello que defendemos: justicia, verdad y el respeto que merece el ser humano»
Personaje de intachable conducta humanista y decidido valedor del liberalismo, Stanley Kramer ha inscrito su nombre en la historia cinematográfica mucho más por su vasta y perentoria labor como productor que por su gris incursión en el campo de la realización de largometrajes, en su mayoría, caracterizados por el maniqueísmo con el que se implicaba en cuestiones eminentemente trascendentales. Sin lugar a dudas, el mejor de todos ellos lo hallamos en esta competente adaptación de la obra teatral que Abby Mann escribió con fines televisivos sobre uno de los trece procesos judiciales practicados en 1945 en la ciudad de Nuremberg contra los causantes de la ignominiosa y aberrante barbarie nazi, de la que se reproducían impactantes escenas documentales de los campos de exterminio. El cineasta neoyorquino no supo sacar el máximo partido del desgarrador material dramático que tuvo entre manos pero logró extraer las ineludibles vías de reflexión que demandaba gracias a las generosas cotas de compromiso contenidas en los testimonios glosados por un estelar conjunto de intérpretes.
Otras películas que reproducen un JUICIO ORAL
Testigo de cargo – Billy Wilder (1957)
Anatomía de un asesinato – Otto Preminger (1959)
Veredicto final – Sidney Lumet (1982)
Me pasa como a John Grisham, adoro las películas de juicios, tanto ésta como las otras tres que has mencionado al final son de mis preferidas. En general me siento atrapado por las películas con ambientes claustrofóbicos o en las que las reglas de juego y la capacidad de actuación de los personajes está muy restringida por las circunstancias; también me pasa con las películas de cárceles o con las historias del hombre contra la naturaleza (por ejemplo, los relatos de Jack London). Hace poco vi una sobre juicios que me gustó mucho: Sophie Scholl, también con el nazismo como tema principal. Y, por supuesto, está «Doce hombres sin piedad», aunque ésta tiene más bien que ver con la deliberaciones del jurado. También me acuerdo de «El lector» o «La Caja de Música», entre otras. Gracias, Antonio, por traer esta película y este tema tan interesante. Un abrazo.
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Por suerte, únicamente he intervenido en un juicio y admito que no me quedaron muchas ganas de repetir la experiencia. Además, tampoco creo que los acontecimientos que nos invaden a diario nos hagan creer demasiado en nuestro sistema jurídico. En cambio, a mi también me suelen apasionar las películas sobre juicios, casi tanto como me apasiona el subgénero carcelario o el pugilístico, otros de mis preferidos. Acompañaré los grandes títulos que has mencionado con otro entrañable drama judicial, «Matar a un ruiseñor» de Robert Mulligan. Un abrazo, Raúl.
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Vaya, al contrario que Grisham y Raúl me suelen interesar poco las películas de juicios, con esas idas y venidas de argumentos, testigos y artimañas dialécticas… Me fatigan bastante. Incluso no me hace demasiada gracia Testigo de cargo, que tiene un final inadmisible. Algo más, si acaso, me importan las películas no de juicio, sino sobre la justicia, en plan Doce hombres sin piedad.
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Recuerdo haberte leído en alguna otra ocasión lo poco que te gustó esa capciosa vuelta de tuerca que Billy Wilder se marcó en «Testigo de cargo». Habrás podido comprobar que tuve en cuenta tu comentario y, dos días después, publiqué una entrada sobre JUSTICIA, con la ópera prima de Lumet como alternativa y el último film americano de Fritz Lang como película principal.
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¡Sí señor! Me pareció curioso aquello de que quedara tan seguida una entrada de la otra jeje
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Hace poco he visto otra película de Maximilian Schell donde es un nazi que se oculta como hombre próspero y poderoso en la Alemania de los sesenta. La película es ODESSA. Pero si miras las filmografía de este actor, está marcada por sus papeles relacionados con la Segunda Guerra Mundial y el nazismo.
En Vencedores y vencidos, como bien dices, deja múltiples vías de reflexión. Y el personaje más complejo y más incómodo es el realizado por un magnífico Burt Lancaster, está impresionante.
A mí también me atrapan las películas sobre juicios. Hace poco descubrí una muy interesante con Kirk Douglas de protagonista, Ciudad sin piedad de Gottfried Reinhardt
Besos
Hildy
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Es cierto, en la trayectoria de Maximilian Schell abundan las películas vinculadas sobre el Holocausto y «Odessa» es uno de sus mejores ejemplos, aunque mi preferida de las suyas sea «La cruz de hierro» de Peckinpah. Recuerdo muy bien la película de Reinhardt que mencionas y te confieso que yo también me llevé una grata sorpresa, aunque su conjunto quede lastrado por una partitura musical absolutamente machacona e inapropiada. Otro de los ejemplos que descarté a última hora fue la estupenda «El sargento negro» de John Ford. Besos.
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