EXABRUPTO (¿Quién teme a Virginia Woolf?)

Término que se utiliza para designar a todas aquellas expresiones o formas del lenguaje que se consideran exageradas, insolentes y maleducadas no sólo en cuanto al contenido (por ejemplo, a través del uso de malas palabras) si no también en el modo en que se comunica el contenido (por ejemplo, a través de gritos, exclamaciones, violencia verbal, etc.). Usualmente el exabrupto es considerado una agresión, aunque puede ser más común e incluso tolerado en ciertos ámbitos mientras que en otros será vistos como un desaire muy importante y serio. (definicionabc.com)

«Necesitamos exabruptos que expresen los ojos reventados de hambre, los dolores infinitos, los aullidos. Que exploten toda la impostura y de esos escombros el lenguaje nuevo. La belleza de los restos, poesía de los escombros. A la hoguera con los lenguajes viejos, olor a trampa, a impudicia, a corrupción por todos los rincones»
Eduardo Pavlovsky (1933-) Psicoanalista, actor y dramaturgo argentino

¿QUIÉN TEME A VIRGINIA WOOLF? – Who’s afraid of Virginia Woolf? – 1966

woolf

Director Mike Nichols
Guión Ernest Lehman
Fotografía Haskell Wexler
Música Alex North
Producción Chenault Productions/Warner Bros.
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 131m. B/N
Reparto Elizabeth Taylor, Richard Burton, George Segal, Sandy Dennis, Frank Flanagan.

«Así que aquí estoy, pegada a este desastre. A este pantano del Departamento de Historia, que se casó con la hija del decano… De quién se esperaba que fuera alguien, ¡no un don nadie! Una condenada y complaciente polilla que no es capaz de hacerse alguien. ¡Qué le faltan agallas para ser el orgullo de alguien!»

Hasta entonces juzgada como cinematográficamente inaccesible por la escabrosidad de su temática y la áspera franqueza de sus diálogos, la homónima obra teatral de Edward Albee sirvió para oficializar el efervescente debut como realizador del paulatinamente disipado Mike Nichols. En lugar de encubrir el origen escénico del argumento, el director de origen berlinés acrecentó la aparatosidad dramática del mismo subordinando su labor al exuberante vedetismo de la pareja protagonista, que dejaba entrever la turbulenta situación marital por la que atravesaban en la vida real dando vida a unos amargados consortes burgueses (un alcoholizado profesor de Historia y la dominante hija del director de la Universidad de Nueva Inglaterra donde ejerce) que aprovechan la visita de otro joven matrimonio para evacuar sus frustrantes y rencorosas miserias a través de una oleada de insultos, desaires, amenazas, humillaciones y furibundos exabruptos etílicos. Un largometraje colérico, asfixiante y claustrofóbico, estupendamente fotografiado en blanco y negro, que formulaba un desabrido y penetrante análisis sobre las difíciles relaciones conyugales.

Otras películas con predisposición al EXABRUPTO

El desencanto – Jaime Chávarri (1976)
Éxito a cualquier precio – James Foley (1992)
Malditos bastardos – Quentin Tarantino (2009)

12 comentarios

  1. A pesar de su dureza y sus exabruptos… tanto en la obra de teatro como en la película, el personaje de Martha tiene uno de los monólogos más tristes, desencantados y a la vez románticos que puedan declamarse… Triste, triste, triste…

    Otros exabruptos recientes protagonistas en obras de teatro pero también en sus adaptaciones cinematográficas: Un dios salvaje (Yasmina Reza/Roman Polanski) y Agosto (Tracy Letts/John Wells).

    Beso
    Hildy

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    1. En esta ocasión no me resultó demasiado fácil encontrar alternativas con proliferación de exabruptos que estuvieran a la altura de la película de Nichols, pero veo que tú siempre acabas encontrando algún oportuno ejemplo. Apuntadas quedan. Besos, Hildy.

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  2. Si mi memoria no me engaña, este fue el apabullante debut de Mike Nichols como realizador cinematográfico en lo que vino a ser un ejercicio de adaptación a la pantalla ciertamente brillante, con un toque de audacia, de la obra de Albee. La Taylor, intencionadamente gorda y artificialmente envejecida, se despachó a gusto con una composición espec­tacular y rica en matices de su patético y malhablado personaje, magníficamente secundada en todo momento por su entonces esposo Richard Burton y los espléndidos George Segal y Sandy Dennis.
    Una nota a título personal: el excelente y hitchcockiano guionista Ernest Lehman (“CON LA MUERTE EN LOS TALONES”, “FAMILY PLOT”, “EL PREMIO”) aparecía aquí implicado como productor del film y adaptador de la historia.

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