CATEDRAL (El jorobado de Notre Dame)

Templo cristiano, donde tiene sede o cátedra el obispo, siendo así la iglesia principal de cada diócesis o Iglesia particular. La sede o cátedra episcopal es el lugar desde donde cada obispo preside la comunidad cristiana, enseñando la vida de fe y la doctrina de la Iglesia. (Wikipedia)

«La catedral de León o las pirámides de Egipto las podemos destruir cuando queramos, todo es cuestión de dinamita y reconstruirlas cuestión de tiempo; pero cuando desaparece una sola especie animal, la hemos perdido para siempre, porque crear sólo Dios puede hacerlo»
Félix Rodríguez de la Fuente (1928-1980) Divulgador ambientalista español y realizador de documentales para radio y televisión

EL JOROBADO DE NOTRE DAME (The hunchback of Notre Dame) – 1923

notre

Director Wallace Worsley
Guion Perley Poore Sheehan y Edward T. Lowe Jr.
Fotografía Robert S. Newhard y Tony Kornman
Música Hugo Riesenfeld
Producción Universal
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 133m. B/N
Reparto Lon Chaney, Patsy Ruth Miller, Ernest Torrence, Raymond Hatton, Norman Kerry, Tully Marshall, Brandon Hurst.

«Sordo, tuerto y marginado por la gente debido a sus deformidades, las campanas eran la única voz de su alma errante»

Venerable e ilustre adaptación de la gloriosa novela Notre Dame de Paris de Victor Hugo, anteriormente versionada por Albert Capellani (1911) y J. Gordon Edwards (1917), que desarrollaba con afanosa desenvoltura y fidelidad la retorcida e imposible historia de amor que florece en el oscuro e inmoral período prerrevolucionario entre el giboso campanero de la catedral parisina y la hermosa gitana Esmeralda. El grandioso éxito comercial obtenido por la cinta (por cierto, una de las más caras de su época) no habría que atribuírselo exclusivamente a la notable realización del artesano Wallace Worsley, que pese a una percepción expresiva algo rudimentaria fue capaz de desatar una impresionante amalgama de horror gótico y lirismo, sino también a la antológica caracterización que Lon Chaney rubricó del repulsivo y simiesco Quasimodo. El llamado «hombre de las mil caras» evidenció una excelente forma física al ejecutar dificultosas acrobacias entre ojivas y campanas, soportando un ropaje de casi cuarenta kilos de peso y tres horas de maquillaje diarias para conseguir la deformada figura de su personaje.

Otras películas en las que aparece una gran CATEDRAL

El mendigo de la catedral de Colonia – Rolf Randolf (1927)
Rocco y sus hermanos – Luchino Visconti (1960) / Milán
Becket – Peter Glenville (1964) / Canterbury

6 comentarios

  1. Sin desmerecer las maravillas que podemos conseguir con las tecnologías actuales, que son muchas, estas películas en mi opinión son una prueba de que la creatividad del artista puede compensar la falta de recursos. Me viene a la memoria Nosferatu (1922), la película sobre vampiros que me hacía revisar las ventanas antes de dormir. Sin technicolor ni dolby sound, a fuerza de inventiva despertar la imaginación del espectador. Saludos.
    pd.Sí, lo admito, soy un cabardico… 🙂

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    1. El presuroso avance tecnológico de los efectos especiales nunca podrá suplir al talento y la creatividad que manifestaban los grandes clásicos silentes o las múltiples obras maestras del fantástico que surgieron a principios del sonoro. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Eduardo.

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  2. Pese a que alguna vez leí que la mejor versión es la de Dieterle, de las que he visto me sigo quedando con ésta. Tal vez esta historia decimonónica esté mejor “vestida”, pese a las limitaciones inherentes a la época de su realización, en el cine silente, pues es en ese entorno inicial donde personalmente o mejor psicológicamente (es una opinión personalísima) se dan las características de ancestral fascinación que promueve la historia, así como esa atmósfera lírica y gótica que perfectamente indicas. Me sucede lo mismo con King Kong y con la ya citada Noferatu. Insisto en que es una opinión muy subjetiva e íntima, que también extrapolo, salvando las distancias del medio, a las ilustraciones de Gustave Doré respecto, por ejemplo, a Edgar Allan Poe.

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  3. Respeto y entiendo tu postura, aunque en esta ocasión también me quedaría con la versión de 1939, que, bajo mi punto de vista, capta mejor la atmósfera malévola e impúdica del relato y, además, goza de una pareja de intérpretes de excepción, además de un director extraordinario, que siempre lograba contagiar a sus films de una fascinante profusión romántica («Jennie»).

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