CORDIALIDAD (El silencio del mar)

Valor que nos permite entablar y mantener buenas relaciones con los demás. Cordialidad, es un sinónimo de amabilidad, que representa la manera de nosotros establecer unos principios internos que nos rijan al tratar a los demás de buena manera. Una persona cordial, es la que comprende las diferentes culturas y aplica el respeto para tratar a cualquier persona. (kathegiraldo.com)

“El peor de los crímenes: juzgar. El mayor de los fracasos: la falta de cordialidad”
Susan Sontag (1933-2004) Novelista y ensayista estadounidense

EL SILENCIO DEL MAR (Le silence de la mer) – 1949

silence

Director Jean-Pierre Melville
Guion Jean-Pierre Melville
Fotografía Henri Decae
Música Edgar Bischoff
Producción Melville Productions
Nacionalidad Francia
Duración 88m. B/N
Reparto Howard Vernon, Nicole Stéphane, Jean-Marie Robain, Ami Aaröe, George Patrix, Denis Sadier.

«El éxito no es nada comparado con una conciencia en paz»

Rompiendo las rígidas barreras corporativistas que dominaban el cine francés de la época, Melville presentó sus promisorias credenciales como productor, guionista y realizador al adaptar con encomiable fidelidad la bellísima novela corta homónima de Vercors (seudónimo de Jean Bruller) en torno a las complejas relaciones de convivencia que se establecen a lo largo de seis meses de ocupación alemana entre un cordial y enigmático oficial nazi, apasionado por las costumbres y la cultura del país galo, el anciano dueño de la casa de campo donde se hospeda y la sobrina de este último. La exteriorización de sentimientos e inquietudes del primero a cambio de una admiración disfrazada de reluctante silencio fue plasmada a través de una sencilla y rigurosa serenidad descriptiva, fortalecida por una persistente voz en off, conformando una profunda y metódica disyuntiva entre las convicciones ideológicas y los dictámenes del corazón, que, sin necesidad de apelar a la representación de la violencia, certificaba como pocos films la absoluta insensatez de todo conflicto bélico.

Otras películas sobre CORDIALIDAD (gentileza de Hildy, EL BLOG DE HILDY JOHNSON)

El bazar de las sorpresas – Ernst Lubitsch (1940)
Conversaciones con mi jardinero – Jean Becker (2007)
Lars y una chica de verdad – Craig Gillespie (2007)

4 comentarios

  1. Película tremendamente curiosa esta, Antonio; recuerdo que la ví hace algunos años, y me impresionó lo inquietante de su atmósfera, una sensación de que, bajo la placidez y amabilidad de las formas, algo podía estallar en cualquier momento. Interesante, desde luego que sí… Un abrazo y hasta pronto.

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  2. Estamos, sin duda, ante un formidable ejemplo de ejercicio de la personalidad. De esa impronta identitaria que solo algunos son capaces de poner de manifiesto desde sus orígenes. Intrepidez conceptual y plástica, siendo la segunda el instrumento ligerísimo de equipaje que desde la pureza minimalista visita al primero cargado de su inverso, esto es, complejidad, profundidad y siempre buceando en el universo humano. Un cineasta que nace con esta obra para siempre, pues con aún más depuración si cabe, será fiel a sus principios cinematográficos estéticos y argumentales.

    Extraña y fascinante como se ha dicho, en tanto que tratado de transmisión de emociones desde esos primerísimos planos, interiores, protagonismo de los objetos, sonidos y silencios, y, cómo no, la simbología. Metáfora de la incomunicación con inversión de la carga de la prueba, que confronta al espectador con sus arraigados prejuicios, groseras generalidades e irrefutables verdades sobre los estereotipos humanos del conflicto.

    El oficial alemán representa la ceguera del patriotismo y el engaño consentido de un pueblo, que ni tan siquiera su humanismo podrá impedir que la realidad y sus verdaderas intenciones escapen a su visión, dejándolo herido de muerte como ser humano. La imposibilidad de vivir en el humanismo dentro de un conflicto bélico. A ello hay que sumarle la incomunicación mediante el desprecio del silencio. Terrorífica arma que como las gotas de agua horadan la piedra. Despojado de sus ilusorios principios morales al comprobar las bastardas intenciones de sus idénticos, y comprendiendo que ni sus sensibles y bondadosos monólogos, ni la magia de la música o la invocación al majestuoso arte del país galo (probablemente sea lo peor de la película ese regusto chovinista innecesario pero previsible por ineludible), han anidado en los contrarios con los que compartía morada; se erige en simbólico cadáver en un cementerio llamado guerra. Solo nos queda esa tenue voz de la joven al contestar a la despedida del oficial alemán, como único resquicio para comprender que tal vez los silencios escondían otros silencios.

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