Alfred Hitchcock

GLAMOUR (Atrapa a un ladrón)

Encanto natural que fascina. Originalmente se refería a un hechizo mágico u oculto que afectaba la percepción visual de una persona, mostrando los objetos percibidos de una manera diferente de la real y presentándolos de una manera atractiva, magnífica o glorificada. En el siglo XIX, glamour se redujo simplemente como un término que describía la belleza y la elegancia que conformaban las características de un objeto, de una manera ilusiva o romántica. se utiliza frecuentemente en la moda para designar las características atractivas de la forma de vestir de determinada época y mercado, el estilo y la belleza intrínseca; marcando la estética, el exceso, la vanidad, la atracción sexual y diversos aspectos de la cultura popular. (Wikipedia)

«¿Por qué hablas? ¿Por qué pierdes el tiempo? Diciendo lo mismo, debería ser un crimen. Nunca escuchas, en cambio tartamudeas. Como si fueras interesante y lleno de glamour» (canción Why do you talk?)
Lou Reed (1942-) Poeta, cantante, guitarrista y compositor de rock estadounidense

ATRAPA A UN LADRÓN (To catch a thief) – 1955

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Director Alfred Hitchcock
Guion John Michael Hayes
Fotografía Robert Burks
Música Lyn Murray
Producción Paramount
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 97m. Color
Reparto Cary Grant, Grace Kelly, Brigitte Auber, Jessie Royce Landis, John Williams, Charles Vanel, Cosmo Sardo.

«¿Sabes? Tengo más o menos el mismo interés por las joyas que por la política, las carreras de caballos, la pintura moderna o las mujeres que necesitan emociones extrañas. ¡Ninguno!»

Solvente intriga con refinados toques de comedia romántica, basada en una novela homónima de David Dodge, que narraba la forzosa investigación que emprende un otrora famoso ladrón de guante blanco, lujosamente retirado en la Riviera francesa, para desenmascarar al enigmático responsable de unos robos cometidos con su sello personal, que, lógicamente, lo sitúan como único sospechoso para la policía. Los coloristas paisajes de la Costa Azul, maravillosamente fotografiados en Technicolor y VistaVision por Robert Burks, el sofisticado vestuario ideado por Edith Head o la palpable química que destilaba su carismática pareja protagonista, intensificada por unos diálogos repletos de ocurrencias y audaces dobles sentidos, convertían este refrescante juego de equívocos, seducciones y apariencias en una de las más rotundas manifestaciones del glamour clásico de Hollywood. Al poco tiempo de finalizar el rodaje, Grace Kelly (bellísima en su rol de caprichosa y pasional heredera estadounidense) conoció en Cannes al príncipe Rainiero III de Mónaco, con el que contraería matrimonio en 1956.

Otros clásicos hollywoodienses aderezados con una gran dosis de GLAMOUR 

Gran hotel – Edmund Goulding (1932)
Gilda – Charles Vidor (1946)
Una cara con ángel – Stanley Donen (1957)

PSICOANÁLISIS (Recuerda)

Práctica terapéutica y técnica de investigación​ fundada alrededor de 1896 por el neurólogo austríaco Sigmund Freud. A partir del psicoanálisis se han desarrollado posteriormente diversas escuelas de psicología profunda o de orientación dinámica y analítica. Asimismo, la teoría ha influido sobre muchas otras escuelas psicológicas y de terapias no necesariamente psicoanalíticas.​ El psicoanálisis tiene como objetivo la investigación y el tratamiento de los problemas emocionales desde el punto de vista de la infancia de la persona, la interpretación de los sueños, los actos fallidos y la técnica de asociación libre, entre otras. (Wikipedia)

«En realidad el psicoanálisis es un método de investigación, un instrumento imparcial, como, por ejemplo, el cálculo infinitesimal.»
Sigmund Freud (1856-1939) Médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis

RECUERDA (Spellbound) – 1945

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Director Alfred Hitchcock
Guion Ben Hecht
Fotografía George Barnes
Música Miklós Rózsa
Producción Selznick International Pictures
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 111m. B/N
Reparto Ingrid Bergman, Gregory Peck, Michael Chekov, Leo G. Carrol, Rhonda Fleming, John Emery, Wallace Ford.

«Las mujeres son las mejores psicoanalistas hasta que se enamoran. Después son las mejores pacientes.»

El tema del psicoanálisis freudiano, tan en boga en el cine hollywoodiense de los años cuarenta, encontró acomodo dentro del tradicional esbozo hitchcockiano del hombre perseguido por un crimen que no ha cometido (generalmente auxiliado por una mujer rubia enamorada) gracias a esta adaptación de la novela The house of Mr. Edwardes, escrita por John Palmer y Hilary St. George Saunders bajo el seudónimo de Francis Bleeding. A través de un rocambolesco guion, profuso en diálogos de carácter divulgativo sobre los enigmas del inconsciente, narraba la romántica y tenaz entrega de una atractiva psiquiatra por proteger la identidad de su amnésico amado, mientras lucha por detectar el origen del trauma que lo atormenta con un complejo de culpa. El inexpresable magnetismo de Ingrid Bergman y la apasionada partitura compuesta por Miklós Rozsa embellecen una intriga recordada por dos momentos inolvidables: la sucesión de puertas que se abren en la mente de la doctora como símbolo del descubrimiento de su sexualidad y la escena onírica concebida por Salvador Dalí, severamente recortada por Selznick de veinte minutos de metraje a tan solo dos.

Otras películas sobre PSICOANÁLISIS

Misterios de un alma – G.W.Pabst (1926)
A través del espejo – Robert Siodmak (1946)
Freud, pasión secreta – John Huston (1962)

FALSEDAD (Pánico en la escena)

Falta de verdad o autenticidad. (RAE)

“Puede ser que mi verdad sea para ti mentira. Puede ser, sí, la duda es el privilegio de quien ha vivido mucho, tal vez por eso no consigues convencerme para que acepte como certeza lo que me suena a falsedad.” (novela Caín)
José Saramago (1922-2010) Escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués

PÁNICO EN LA ESCENA (Stage fright) – 1950

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Director Alfred Hitchcock
Guion Whitfield Cook
Fotografía Wilkie Cooper
Música Leighton Lucas
Producción Warner Bros/Transatlantic Pictures
Nacionalidad Reino Unido
Duración 110m. B/N
Reparto Marlene Dietrich, Jane Wyman, Michael Wilding, Richard Todd, Alastair Sim, Kay Walsh, Miles Malleson, Patricia Hitchcock.

«Parece todo tan maravilloso cuando estás absorbida por tu papel… Una buena trama, un reparto interesante y hasta un vestido un poco sucio… Desgraciadamente, Eva, en esta real y descarnada vida debemos enfrentarnos a la situación y a todas sus consecuencias.»

Después de dirigir ATORMENTADA, y, antes de retomar su fulgurante carrera hollywoodiense con EXTRAÑOS EN UN TREN, Hitchcock dio por finalizado un breve paréntesis en suelo británico con otro de sus tradicionales ejercicios narrativos de raíz escénica, en esta ocasión, basado en la novela Man running de Selwyn Jepson. La investigación del asesinato del marido de una estrella del music-hall, enmarcada dentro del mundillo teatral londinense, daba pie a una intriga admirablemente urdida a base de ingeniosos diálogos e imprevisibles giros de guion, en ocasiones, sustentados en recursos excesivamente arriesgados y no del todo nobles, como el falso flashback inicial, tradicionalmente esgrimido con miras a atribuirle una consideración de obra menor. Aún así, el maestro del suspense imprimió su característico sentido del humor, manejó con desenvoltura el plano subjetivo y sacó el máximo partido a un discutible reparto, reforzado con una excelente nómina de secundarios ingleses, del que sobresale una deslumbrante Marlene Dietrich cantando The laziest gal in town de Cole Porter.

Otras películas que se apoyan en la FALSEDAD de un flashback

El beso – Jacques Feyder (1929)
Sospechosos habituales – Bryan Singer (1995)
Identidad – James Mangold (2003)

EPÓNIMO (Rebeca)

Persona o lugar cuyo nombre se usa para nombrar a un pueblo, concepto u objeto de cualquier clase, habitualmente como una forma de homenaje a dicha persona (…) La eponimia era una costumbre ya presente en épocas arcaicas, en las que era frecuente llamar a un período por el gobernante que ocupase el cargo. (Wikipedia)

«Hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña, al terminar su obra maestra, al afeitarse sin un solo tajito; no toda recaída va de arriba a abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe adónde se está. Probablemente Ícaro creía tocar el cielo cuando se hundió en el mar epónimo, y Dios te libre de una zambullida tan mal preparada.»
Julio Cortázar (1914-1984) Escritor, profesor y traductor argentino

REBECA (Rebeca) – 1940

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Director Alfred Hitchcock
Guion Robert E. Sherwood y Joan Harrison.
Fotografía George Barnes
Música Franz Waxman
Producción Selznick International
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 130m. B/N
Reparto Laurence Olivier, Joan Fontaine, George Sanders, Judith Anderson, Nigel Bruce, Reginald Denny, C. Aubrey Smith, Gladys Cooper.

«Quisiera que se inventara algo para embotellar los recuerdos, igual que los perfumes, y que nunca se desvaneciesen. Y que cuando yo quisiera, pudiera revivirlos destapando la botella.»

‘Anoche soñé que regresaba a Manderley…’ Esta mítica frase servía como evocadora introducción a esta magistral combinación de drama romántico/psicológico y lúgubre intriga de terror gótico, basada en una más bien discreta novela homónima de Daphne du Maurier, que supuso el pistoletazo de salida a la etapa de Hitchcock en Hollywood, donde acudió contratado por el todopoderoso David O. Selznick. En un auténtico portento de dinamismo narrativo, barroca estilización plástica y subyugante sentido de la atmósfera, el maestro del suspense dimensionaba el romance entre una dulce y apocada dama de compañía y un atormentado aristócrata inglés, atenazado por el misterioso atolladero de melancolías, recelos y veladas pasiones que suscita el omnipresente e idealizado recuerdo de su difunta primera esposa. En España, la película alcanzó tanto éxito que su título sirvió para bautizar el tipo de chaquetilla de punto abotonada que lucía su protagonista y la vileza de su principal personaje secundario (una Judith Anderson de presencia casi espectral) para acuñar una expresión coloquial comparativa: ‘Eres más mala que el ama de llaves de Rebeca’.

Otras películas cuyo personaje del título ha dado lugar a un EPÓNIMO

Svengali – Archie Mayo (1931)
Lolita – Stanley Kubrick (1962)
La Celestina – César Fernández Ardavin (1969)

ACUSACIÓN (El proceso Paradine)

Cargo que se formula ante autoridad competente contra una o varias personas determinadas, por considerarlas responsables de un delito o falta, con el objetivo de que se le aplique la sanción prevista. Esta persona recibe el nombre de acusado. (Wikipedia)

“Casi siempre. a las acciones de los malvados las persigue primeramente la sospecha, luego el rumor y la voz pública, la acusación después y, finalmente, la justicia”
Marco Tulio Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.) Político, filósofo, escritor y orador romano

EL PROCESO PARADINE (The Paradine case) – 1947

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Director Alfred Hitchcock
Guion David O. Selznick y Alma Reville.
Fotografía Lee Garmes
Música Franz Waxman
Producción ABC/David O. Selznick
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 125m. B/N
Reparto Gregory Peck, Ann Todd, Alida Valli, Charles Laughton, Charles Coburn, Ethel Barrymore, Louis Jourdan, Leo G. Carroll.

«Los mejores hombres siempre acaban con las peores mujeres»

La inevitable pugna entre la obsesiva meticulosidad de Hitchcock y el intrusivo autoritarismo megalomaníaco de David O. Selznick, contenida en sus tres brillantes colaboraciones previas, estalló por fin con este subestimado melodrama judicial, basado en una novela homónima de Robert S. Hichens. La imposición del productor de ciertos actores (Gregory Peck, entre ellos), su implicación en el guion o sus constantes interferencias en el rodaje no consiguieron aplacar la perversa inventiva y la pasión por el detalle ostentadas por el realizador británico para elucidar el paulatino proceso de degradación personal y profesional que sufre un prestigioso, honesto y felizmente casado jurista londinense tras aceptar la defensa de una misteriosa y altiva dama de la alta sociedad, acusada de haber envenenado a su invidente esposo. La clásica dicotomía entre razón y pasión dominaba una intriga de opresiva escenografía, enfermizo sentido de la moral y poderosa capacidad expresiva, especialmente palpable en la destreza de sus encuadres y en unos movimientos de cámara tan estilosos como innovadores.

Otras películas que describen la defensa de una ACUSACIÓN de asesinato

Testigo de cargo – Billy Wilder (1957)
El sargento negro – John Ford (1960)
Matar un ruiseñor – Robert Mulligan (1962)43