RETÓRICA (El secreto de sus ojos)

Arte de expresarse con corrección y eficacia,embelleciendo la expresión de los conceptos y dando al lenguaje escrito o hablado el efecto necesario para deleitar,persuadir o conmover. (Espasa-Calpe)

“La verdad no necesita el oropel de la retórica”
Thomas Middleton (1580-1627) Dramaturgo inglés

EL SECRETO DE SUS OJOS (El secreto de sus ojos) – 2009

secreto

Director Juan José Campanella
Guión Juan José Campanella y Eduardo Sacheri
Fotografía Félix Monti
Música Federico Jusid y Emilio Kauderer
Producción 100 Bares/Tornasol Films/Haddock Films/Telefe
Nacionalidad Argentina/España
Duración 126m. Color
Reparto Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago, Javier Godino, Guillermo Francella, José Luis Gioia, Mario Alarcón, Mariano Argento.

«Una pasión es una pasión. El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar de pasión»

Pulimentando su maleable tendencia a palpar la fibra más sensible del espectador con elocuentes disertaciones sobre la benevolencia humana, Campanella fraguó este rotundo acoplamiento entre el thriller policíaco y el drama romántico/existencial, extraído de la novela La pregunta de sus ojos de Eduardo Sacheri, que reafirmaba sus dotes de narrador y fortalecía si cabe el creciente prestigio de la cinematografía argentina. De la mano de un Darín superlativo, la película alternaba presente y pasado para elucidar con fluidez, convicción y hondura las dos obsesiones que han nutrido durante veinticinco años la fuerza vital de un agente judicial bonaerense recién retirado: por un lado, el brutal homicidio de una joven en el convulso 1974 que ha decidido reabrir para plasmarlo en novela, y, por otro, el amor idealizado e inconfeso que ha preservado por su jefa durante todo este tiempo. Una abrumadora reflexión sobre los velados confines entre justicia y venganza, enaltecida por unas convincentes interpretaciones, adecuadas dosis de ingeniosa ironía y cierta maestría visual (el plano-secuencia en el partido de fútbol Huracán-Racing es absolutamente impactante), que otorgaba un crucial y soberano protagonismo al poder de la retórica, el gesto y la mirada.

Otras películas con diálogos cargados de RETÓRICA

El fuego y la palabra – Richard Brooks (1960)
El desencanto – Jaime Chávarri (1976)
Frantz – François Ozon (2016)

12 comentarios

  1. Creo que fue la película que más me gustó de aquel 2009, intrigante y reflexiva y con buenas interpretaciones. Me parece un director muy interesante: «El Hijo de la Novia», «Luna de Avellaneda», «El mismo amor, la misma lluvia», y también ha participado en capítulos de series como Dr. House ¡Genial el plano-secuencia que comentas! Un abrazo, Antonio.

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  2. He visto la película un par de veces. Es excepcional en todos los sentidos Ni un reproche. A mi me impactó mucho el final. Aunque mejor habría que decir los dos finales.

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  3. dos detalles para mí son entrañables de este filme: su música y el papelazo que se tiró guillermo francella… es el personaje de reparto más protagónico que he visto… todo pasa por él y él define y une los hilos de todos los principales… además es descomunalmente humano, real…

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  4. Acabo de leer que han sacado un remake en EEUU que, por los comentarios que he visto, tiene poco que ver con el original. Siempre la misma historia

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  5. Me encanta esta película… y el poder de las palabras ni te cuento…
    Recuerdo una película que me gusta mucho, se llama Más extraño que la ficción… y es como las palabras de una escritora toman vida… de tal manera que vemos la vida de su personaje creado… y este llega a escuchar las palabras de su narradora… Interesantísima. De Marc Forster.

    Beso
    Hildy

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  6. Sobre esta hermosísima película podemos coincidir todos en que es una pieza maestra de la cinematografía reciente. Y lo es, especialmente, al mezclar géneros de forma formidable, exquisita y compleja. Pero igualmente comercial e impactante. Un arranque a modo de premisa que lo explica todo o, al menos, perfila en esencia lo que nos deparará el desarrollo de la obra. Tres parejas, una descrita a modo de despedida en una estación, otra delicadamente tomando el desayuno en casa, y una tercera en la que un hombre brutalmente violenta a una mujer. Salvo por la ausencia por pérdida de una de esas personas – ausencia física que no atmosférica, pues su presencia es continua -, los cuatro restantes vivirán un destino común o al menos paralelo.

    En realidad toda la obra es la búsqueda de aquellos motivos que nos permiten de una forma y otra seguir viviendo, de esos milagros grandes o pequeños que necesitamos para sostener el pesado saco de la existencia. Las pasiones. Por eso Darín siempre reinicia el caso. No solo para explicar cómo un hombre que ha perdido lo que más ama puede continuar su vida sin más, sin meta o ilusión alguna, comprendiendo finalmente que una suerte de justicia personal en forma de venganza carcelaria da ese sentido existencial a una vida trucada y amputada en lo emocional. Más aún, Darín promueve diligentemente reiniciar el expediente para volverse a encontrarse con ella, para regresar a ella. Un juego terrible de abandonos o mejor incertidumbres que finalmente desembocarán en un encuentro tan privado e íntimo que se nos cerrará finalmente la puerta (escena profundamente fordiana), pues en realidad ya antes hemos sido testigos de un amor extraordinario, sutil, exquisito y fascinante. Personalmente creo que es una de las historias de amor más hermosas que he visto en el cine.

    Otra cárcel, con barrotes de alcohol, se desliza por la obra, si bien no sabe uno si son más libertarios que represores, pues en todo lugar el maravilloso personaje -que ya forma parte de los anales del cine- es tan grande, sentido, libre e ingobernable que, en el fondo, da una lección ética de libérrima autenticidad pese al lastrante peaje. Un ser que aglutina principios de férrea autenticidad, como ya solo son posibles en el cine o la literatura, pues esos héroes humanos han muerto para siempre. Miscelánea magistral en un ser de profunda hermosura patética.

    Y un tercer presidio en forma de temor e inseguridad, que tanto escrito en una hoja de papel, como forjado a fuego en la tozuda realidad vital de ese Benjamín Espósito que siempre asoma, esboza pero jamás asume o decide. El viaje hacia la compresión que ese expediente promueve será el que finalmente le dé el impulso que necesitaba. Un periplo que hace del más desgarrador drama para uno, una culminación dichosa para otros. Después, una imposible novela solo será el nuevo pretexto hacia ese amor finalmente culminado. Viaje apasionante y de pasiones. Viaje clásico y universal. Gran crónica de una película formidable.

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    1. Probablemente sea el término ‘pasión’ el gran leit-motiv sobre el que gira todo su argumento. De ahí surge otro de los grandes momentos del film, donde justo antes de presenciar el plano-secuencia en el estadio, Francella sentencia: «Un tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede cambiar de pasión». Cierto como la vida misma… Un comentario exquisito, Altaica. Un fuerte abrazo.

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