El sopor es una condición en la que una persona está durmiendo. Existen dos tipos:
1. Superficial, si al estimularlo despierta, pero no se logra que llegue a la lucidez y actúa desorientado (como si estuviera obnubilado), respondiendo escuetamente preguntas simples. Al dejarlo tranquilo, la persona vuelve a dormirse.
2. Profundo, si es necesario aplicar estímulos dolorosos para lograr que abra los ojos o mueva las extremidades (respuesta de defensa). https://es.wikipedia.org/wiki/Sopor
“Conviene siempre esforzarse más en ser interesante que exacto; porque el espectador lo perdona todo menos el sopor”
Voltaire (1694-1778) Escritor, historiador, filósofo y abogado francés
LA ETERNIDAD Y UN DÍA (Mia eoniotita ke mia mera) – 1998
Director Theo Angelopoulos
Guión Theo Angelopoulos, Tonino Guerra y Petros Markaris
Fotografía Giorgios Arvantitis y Andreas Sinanos
Música Eleni Karaindrou
Producción Paradis Films/Intermedias/La Sept Cinema
Nacionalidad Grecia/ Italia/ Francia
Duración 130m. Color
Reparto Bruno Ganz, Isabelle Renauld, Achileas Skevis, Despina Bebedeli, Fabrizio Bentivoglio, Iris Chatziantoniou, Alexandra Ladikou.
«Mañana… ¿Qué es el mañana, Anna? Un día te pregunté: ¿Cuánto dura el mañana? Y me respondiste: La eternidad y un día»
Exploración melancólica e intimista del irrecuperable pasado y desorientado presente de un poeta heleno, que, en el ocaso de su existencia, rememora con angustia y extenuación su trayectoria vital, haciendo especial hincapié en el lamento por las oportunidades desaprovechadas y los deseos frustrados e insatisfechos. A través de sus habituales dispositivos estilísticos (narración laberíntica con un ritmo de abusiva premiosidad, serenos y dilatados planos secuencia, delicada composición del encuadre, una banda sonora superlativa e imprescindible comparecencia de la niebla, entre otros), Angelopoulos establecía un nítido y poético razonamiento sobre la correlación existente entre el paso del tiempo y la creación artística. La didáctica profundidad con la que se abordaba esta reflexión no impidió al eminente cineasta acercarse a temas como la escasez de afecto y comunicación que deteriora las relaciones humanas o, incluso, afrontar abiertamente los principales conflictos contemporáneos que azotaban a su país, como la emigración albanesa o el infame comercio de niños.
Otras películas, que, a pesar de su evidente calidad, inducen al SOPOR
Stalker – Andrei Tarkovsky (1979)
Armonías de Werckmeister – Béla Tarr y Ágnes Hranitzky (2000)
El árbol de la vida – Terrence Malick (2011)