Day: octubre 13, 2019

FRATERNIDAD (Las dos huérfanas)

Amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales. (RAE)
Vínculo que une a dos hermanos y que supone, además del lazo de sangre, un sinfín de conexiones emocionales y psicológicas que tienen que ver con el contexto de crianza, con las experiencias vividas, con las personalidades, etc. La fraternidad también puede sentirse muchas veces con personas con las que no se comparte necesariamente un lazo de sangre si no que se comparten numerosas y emotivas experiencias de vida. El concepto abstracto de fraternidad implica siempre las nociones de unión, de respeto mutuo y de acompañamiento. (definicionabc.com)

“La fraternidad es el amor recíproco, la tendencia que conduce al hombre a hacer para los demás lo que él quisiera que sus semejantes hicieran para él”
Giuseppe Mazzini (1805-1872) Político, periodista y activista italiano

LAS DOS HUÉRFANAS (Orphans of the storm) – 1921

dos

Director D.W. Griffith
Guión D.W. Griffith
Fotografía Hendrik Sartov, Paul H. Allen y G.W. Bitzer
Música Louis F. Gottschalk y William F. Peters
Producción D.W. Griffith Productions
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 150m. B/N
Reparto Lillian Gish, Dorothy Gish, Joseph Schildkraut, Morgan Wallace, Monte Blue, Lucille LaVerne, Sheidon Lewis, Frank Puglia.

«Cuando se encuentra a Louise, los sueños pueden convertirse en realidad»

Instigado a emular el formidable triunfo alcanzado en Alemania por Ernst Lubitsch con su MADAME DUBARRY (1919), D.W. Griffith reconstruyó el caos de la Revolución Francesa en sus propios estudios neoyorquinos con la fastuosidad decorativista que siempre le caracterizó para adaptar Les deux orphelines de Adolphe-Philippe d’Ennery y Eugène Cormon. Los desgarradores y apasionados avatares por los que atraviesan las dos desamparadas jóvenes del título, estimablemente interpretadas por las hermanas Gish, no sólo confirmaron el oficio del cineasta a la hora de dirigir escenas de masas sino que evidenciaron un sólido pulso narrativo y una especial sensibilidad y calidez para enlazar el registro melodramático con componentes de corte épico y doctrinario. Ninguna de las múltiples versiones posteriores, algunas bastante correctas como las de Maurice Tourneur (1933), Carmine Gallone (1942) o Roberto Rodríguez (1950), han conseguido ni siquiera aproximarse a la magnificencia una cinta, que, si bien obtuvo un considerable éxito comercial, resultó a la postre deficitaria por el excesivo detallismo de su realizador.

Otras cantos cinematográficos a la FRATERNIDAD

Rain man – Barry Levinson (1988)
Una historia verdadera – David Lynch (1999)
Nadie sabe – Hirokazu Koreeda (2004)