Los kulaks eran los agricultores y campesinos propios de la URSS que poseían propiedades y contrataban a trabajadores. Posteriormente el término fue utilizado para todos los deportados, condenados y opositores a las colectivizaciones. Fue un término despectivo usado en el lenguaje político soviético, que aludía en principio a los antiguos terratenientes del Imperio ruso que tenían grandes extensiones de tierras, si bien durante los primeros años del gobierno popular soviético se utilizó para catalogar como enemigos del pueblo a propietarios rurales. Estos representaban el 18% de la población en la época zarista. (Wikipedia)
«En este momento, los obreros conscientes lo pueden hacer; pueden reunir a su alrededor a los campesinos pobres, pueden infligir a los kulaks una derrota completa si los elementos avanzados comprender su deber, ponen en tensión todas sus fuerzas, organizan una marcha en masa sobre los campos»
Vladimir Lenin (1870-1924) Político, revolucionario, teórico político y comunista ruso
LA TIERRA (Zemlya) – 1930
Director Aleksandr Dovjenko
Guion Aleksandr Dovjenko
Fotografía Daniil Demutsky
Producción Ukrainfilm/Wufku
Nacionalidad Unión Soviética
Duración 75m. B/N
Reparto Semion Svashenko, Stepan Shkurat, Nikolai Nademsky, Yelena Maksimova, Yuliya Solntseva, Piotr Masokha, Nikolai Mikhaijlov.
Uno de los largometrajes más regios, elocuentes y categóricos surgidos en la etapa de transición del mudo al sonoro, con el que Dovjenko acabaría de pulir, realzar y ennoblecer un estilo vinculado con las distintas perturbaciones socio-políticas de su país, dominado por ancestrales doctrinas de concepción panteísta, y, por lo general, sustentado tanto en su inspiración pictórica como en un poderoso impulso poético. Enmarcado en el período de modernización y colectivización de los feudos agrícolas, utilizaba la revuelta de una pequeña comunidad labradora ucraniana y el asesinato de su líder a manos de un kulak en un portentoso recital de planificación y montaje para ofrendar un emocionante canto a la fertilidad de la naturaleza, al espíritu de la vida e, incluso, a la digna compostura, serenidad y aquiescencia ante la muerte. Sin enfatizar demasiado su evidente propaganda política, actitud que no contentó a la crítica del momento, recolectaba con generoso ímpetu telúrico un imborrable puñado de imágenes simbólicas, así como secuencias de un lirismo, de una osadía expresiva y de una plasticidad apabullantes, como el postrero crescendo del funeral laico.
Otras películas sobre los KULAKS
El deshielo – Boris Barnet (1931)
El prado de Bezhin – Sergei M. Eisenstein (1937)
El juramento – Mikheil Chiaureli (1946)