1. Membrana coloreada y circular del ojo que determina el tamaño de la pupila, regulando la cantidad de luz que alcanza la retina.
2. Objeto o representación que muestra los colores del espectro visible
Arco iris Arco que muestra el rango completo de colores del espectro visible, producido por la difracción de la luz solar en la humedad de la atmósfera. (Wikcionario)
«Según yo lo veo, si quieres el arco iris, tienes que aguantar la lluvia»
Dolly Parton (1946-) Cantante, compositora, actriz, productora, escritora, filántropa y empresaria estadounidense
LOS SUEÑOS DE AKIRA KUROSAWA (Konna yume wo mita) – 1990
Director Akira Kurosawa
Guión Akira Kurosawa
Fotografía Gu Chanwei y Yang Lu
Música Shinichiro Ikebe
Producción Akira Kurosawa USA
Nacionalidad Japón/ Estados Unidos
Duración 119m. Color
Reparto Akira Terao, Mitsuko Baisho, Mieko Harada, Toshie Negishi, Toshihiko Nakano, Mitsunori Isaki, Chishu Ryu, Martin Scorsese.
«Una escena que parece una pintura no hace una pintura. Si te fijas bien, toda la naturaleza tiene su belleza»
Gracias a la incondicional contribución monetaria de Steven Spielberg y George Lucas, Kurosawa celebró su octogenario cumpleaños viendo como se consumaba uno de sus más ansiados proyectos cinematográficos: construir un fresco socio-cultural de la historia contemporánea japonesa a partir de un ingenioso ensamblaje de fantasía y realidad, que adecuara tanto sus candorosos sueños infantiles como sus más inquietantes pesadillas. El flamante resultado acabó desmembrándose en ocho arrebatadores, poéticos y audaces episodios que compendiaban las grandes obsesiones de su autor y evidenciaban su portentoso talento expresivo y formal, su ironía o sus enormes ganas de vivir. Colmada de bellas imágenes, como las de su alter-ego transitando por los lienzos de Van Gogh, los melocotoneros bailando al son de los tambores o el niño partiendo en busca de los zorros que viven debajo del arco iris, constituye su auténtico testamento fílmico, por mucho que aún le quedaran otras dos películas por dirigir: RAPSODIA DE AGOSTO (1991) y MADADAYO (1993), donde Ishiro Honda también colaboraba sin acreditar en el guión y la realización.
Otras películas donde aparece el ARCO IRIS
El mago de Oz – Victor Fleming (1939)
El valle del arco iris – Francis Ford Coppola (1968)
El brillo del arco iris – Vic Sarin (2009)
Justo el otro día comentaba la relación entre cine y sueños a partir de ‘Waking Life’, que es casi un estudio filosófico sobre el tema, por si te interesa. A mí, sobre tan apasionante tema, siempre me encantó ‘La ciencia del sueño’, de Michel Gondry.
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Por supuesto que me interesan ambas películas, aunque reconozco no haberlas visto. Me atrae más la de Linklater, que, probablemente, hubiera sido una perfecta elección para incluirla en el vocablo SUEÑO. De todos modos, acepto tu recomendación, y, si me convence, seguro que le haremos un sitio en el blog.
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Como bien indicas, maravilloso testamento cinematográfico, que alberga algunos sueños realmente excepcionales. La utilización del color, el sonido, el tiempo y ese enorme talento de un cineasta irrepetible. La que cita Abúlico de Gondry, es una curiosidad interesante. Por cierto, hablando de sueños el otro día volví a ver «Origen» de Nolan, y me volvió a parecer un infumable engendro sin sentido, ni tan siquiera onírico, pero mire usted por donde es ya un referente en el cine del siglo XXI.
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Hombre, yo no suelo ser tan radical como tú, Altaica, y a mí «Origen» no me resultó tan infumable. Considero que es una propuesta interesante, aunque tampoco demasiado original (son inevitables las referencias a «Matrix«) y, quizás sí, agote sus posibilidades antes de tiempo por la caótica extravagancia de su estructura narrativa, quizás excesivamente laberíntica.
En cuanto a Kurosawa, ahí si estamos de acuerdo. Fue un cineasta irrepetible (como tú muy bien dices) y absolutamente universal, sólo comparable a otros genios del Séptimo Arte como Chaplin, Bergman o Fellini; por cierto, este último también podríamos haberlo incluido entre los realizadores que acabaron siendo víctimas de su genialidad (como Kubrick, Lynch o Buñuel) como comentamos el otro día en la entrada de «La chaqueta metálica«.
Como siempre, un placer.
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Bueno, en realidad Fellini siempre hizo la misma película, o casi. Por cierto, se habla de muchas de él de sobra conocidas, pero hay una que me entusiasma y de la que se habla muchos menos, «Los inútiles». Y sí, es posible que con «Origen» sea radical, pero es que realmente me pone de los nervios ejercicios de estilo tan en el fondo huecos y en apariencia efectistas. Tampoco valoro nada «Matrix», sinceramente sobrevalorada. Creo que me estoy haciendo viejo. Un abrazo y cuídate.
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De Bergman mejor lo dejamos para otro día, pues mi opinión está bastante alejada del común de los eruditos. Solo decir que cuando los «sesudos», y más si son del Norte, utilizan el cine como pretexto para innovar y, sobre todo, realizar juegos filosófico-introspectivos me refugio en aquellos que con dos planos, menos verbo y mucho más cine en sus venas me cuentan lo mismo desde ámbitos más limpios, dignos, naturales, humanos, sencillos y maravillosos, véase Huston. Pero todo esto requeriría días de charla y un buen reproductor, un buen plasma y varios días analizando el motivo de mi enemistad con algunas de sus «maravillosas» películas. ¡Ojo! que, por ejemplo, «Fanny y Alexander» me parece prodigiosa.
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Cuando comparé a Kurosawa con Fellini o Bergman lo hice por su indiscutible universalidad, aunque entiendo que Woody Allen sienta absoluta devoción por ambos, hasta el punto de haber edificado su carrera en torno a sus constantes temáticas. Déjemos Bergman para otro día, estoy de acuerdo, ya tendremos oportunidad de hablar sobre él. En cuanto a Fellini debo confesarte que siempre he conceptuado «Los inútiles» como la gran obra maestra de su etapa más próxima al neorrealismo (para mí la mejor) y además siento absoluto fervor por ella, pues me trae muchos recuerdos. Me alegro por nuestra paridad de gustos.
Desconozco tu edad, pero no creo que te estés haciendo viejo por renegar de ciertos ejercicios de vanguardismo cinematográfico, mucho más efectistas que artísticos (estamos de acuerdo), simplemente ocurre que te enamoraste del Séptimo Arte con el cine clásico (estoy convencido de ello) y los primeros amores son prácticamente imposibles de olvidar. A mi me ocurre lo mismo. Tengo 47 años, me siento todavía muy joven y me queda mucho cine por ver, pero prefiero la sugerencia erótica al sexo explícito, el terror psicológico a la sangre injustificada, el juego de miradas a la verborrea sistemática, etc. En efecto, podríamos estar días hablando sobre ello pero tampoco necesitamos un buen reproductor a mano, pues entiendo perfectamente lo que me querías decir. Es más, lo comparto.
Un abrazo.
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Excepcional comentario que suscribo en cada coma. Pues sí, andamos casi emparentados en edad, si bien yo con dos añitos más, e igualmente aciertas en cuanto a que me enamoré del cine con el clásico, en aquellos años de universidad y cienfórum, proyecciones en salas minúsculas de películas mudas y clásicos esenciales, super-8 y tantos recuerdos… Aún recuerdo cuando vi «Los intocables de Eliot Ness» que no soporté su homenaje-revisión de la escena de La Escalera de Odesa, de la angular «El acorazado Potemkin».
Muchas veces tenemos que leer y oír que si tal película actual es innovadora o que crea no sé qué, y me pregunto si han visto a los auténticos creadores. ¿Cine moderno?, sin duda maravilloso y siempre a favor del mismo, faltaría más, pero que no digan que tal obra aporta sin que así sea.
El acorazado Potemkin del genio Sergei M. Eisenstein (creación del lenguaje cinematográfico); Metrópolis de Fritz Lang (toda la anticipación bebe de ella); Sed de mal de Orson Welles (plano secuencia inverosímil para la época); 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick (el virtuosismo técnico aún no superado y hablamos de los años 60); o Salvar al soldado Ryan de Steven Spielberg (un antes y un después en el manejo de la cámara, planos consecutivos e hiperrealidad), por poner tan solo unos pocos ejemplos de innovación técnica. Pero si hablamos de formas de contar, qué decir de El gabinete del doctor Caligari de Robert Wiene (dervirtuación de lo formal para acompañar la locura interior y el primer gran flashback o asimilado); Avaricia de Erich von Stroheim (densidad narrativa que roza el surrealismo); El viento de Victor Sjöström (todo se supedita a la tensión, que queda como única expericia protagonista); La diligencia de John Ford (mil veces dicho, el primer western psicológico); Milgro en Milán de Vittorio De Sica (que aprenda Tim” William Burton lo que es magia entre basuras); Un perro andaluz y El ángel exterminador de Luis Buñuel (mundos oscuros y surrealistas para que aprenda el señor Lynch como contarlos); Amarcord de Federico Fellini (el auténtico mundo interior, la revisión de la infancia y el saber contar siempre la misma película sin aburrir); Rumble Fish de F.F. Coppola (esto si es cine moderno); Magnolia de Paul Thomas Anderson (narrativa descompuesta para componer una obra maestra de enorme sensibilidad); 21 gramos de Alejandro González Iñárritu (la ruptura del montaje pero al servicio de la historia); Smoking Room de J.D. Wallovits y Roger Gual (que aprendan los chicos del moviento Dogma sobre el uso adecuado del movimiento de la cámara y no el abuso mareante y atrófico); Ciudad de Dios de Fernando Meirelles (el montaje mas complejo de la historia del cine).
Es decir, cine prehistórico, de la edad media y moderno, cualquiera es maravilloso, pero cuando intentan utilizar el cine( sobre todo algunos eruditos que solo lo ven como vehículo pues en realidad lo consideran un arte menor) para especulaciones filosófico-existencialistas, desvirtuándolo en sus concepción y narrativa, o haciendo un híbrido imposible entre literatura, teatro y cine me produce tristeza y hastío, pues nadie observa que en muchos casos sencillamente no saben rodar o filmar cine. Algunos incluso aprenden con el tiempo. Y ¡ojo! ello no implica estar contra la innovación. Cuando uno ve auténticas tesis doctorales sobre Pasolini, Antonioni, Bergman, Almodovar, o que cualquier película que estrenen los hermanos Coen, Lynch, Tarantino, Von Trier, Kar Wai, Burton o incluso Allen es buenísima, pues no y me niego en redondo. Hay que defender una capacidad de analizar sin servidumbres. Y mientras tanto Tierras de penumbra, Orgullo y prejuicio o El velo pintado, son correctas, algo ñoñas o demasiado clásicas. Bueno, menudo tocho absurdo acabo de escribir. Mis disculpas.
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Impresionante. A este paso vamos a tener que abrir una sección especial a la que podríamos llamar «Conversaciones con Altaica». No puedo aceptar tus disculpas porque no das lugar a tales, faltaría más. En ocasiones me recuerdas a mí mismo, por la apasionada necesidad que evidencias en exteriorizar tus conocimientos cinematográficos. Es realmente dura la soledad del cinéfilo… Quizás en tu caso me equivoco, pero si no es así, aquí me tienes, nos quedan muchos diálogos y debates sobre cine (al menos, eso espero).
Amigo, no esperarás que comenté una a una todas las películas que integran este recorrido por la evolución del lenguaje fílmico que me has remitido, más si cabe cuando casi todos los títulos que lo integran irán apareciendo por el blog (y entonces ya tendremos la oportunidad de hablar sobre ellos), pero quiero constatar que tus comentarios no sólo son bien recibidos sino que empiezan a ser ya casi fundamentales.
Un abrazo.
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