Ciega y baja obediencia y adulación a la autoridad. (Espasa-Calpe)
«Para la prensa, como para el hombre, la libertad sólo ofrece una posibilidad de ser mejor; el servilismo no es más que la certidumbre de ser peor»
Albert Camus (1913-1960) Novelista, dramaturgo y filósofo francés
«HE NACIDO PERO…» (Umarete wa mita keredo) – 1932
Director Yasujiro Ozu
Guion Hideo Mohara
Fotografia Akira Fushimi
Producción Shoshiku/Kamata
Nacionalidad Japón
Duración 88m. B/N
Reparto Tatsuo Saito, Mitsuko Yoshikawa, Hideo Sugawara, Tokkan Kozo, Tomio Acki, Takeshi Sakamoto, Soichi Kojufita, Teruyo Hayami, Chishu Ryu.
«Sé cómo se sienten. Es un problema con el que tendrán que vivir siempre»
El mejor film silente de su realizador y una de las miradas reflexivas más lúcidas que el cine ha ofrecido sobre la infancia y su complicada e indivisible relación con el mundo de los adultos. El servilismo y la falsedad de valores que suelen imperar en este último y, en particular, en la tibia y disciplinada sociedad nipona, así como la influencia de las mismas en el entorno familiar, fueron temas expuestos con absoluta coherencia e intensidad en este poético retrato a la mediocridad de lo cotidiano, cuyo punto culminante reside en el traumático rechazo de dos niños a la humillante y sacrificada situación laboral de su progenitor. Yasujiro Ozu perseveró en una sistemática planificación y desplegó su privativo manual de recursos técnicos (minuciosos planos desde ángulos bajos y acentuados por su quietud compositiva, fundidos encadenados, travellings laterales…) con sensibilidad dramática y una sutil ironía para coronar una meditabunda y anacrónica trilogía sobre el aprendizaje vital junto a HE TERMINADO LA UNIVERSIDAD, PERO… (1929) y HE SUSPENDIDO, PERO… (1930).
Otras películas sobre SERVILISMO
El bazar de las sorpresas – Ernst Lubitsch (1940)
El crepúsculo de los dioses – Billy Wilder (1950)
Los santos inocentes – Mario Camus (1984)
Muy buena entrada, mi película favorita del cine mudo, una película hermosísima y con un Chisu Ryu maravilloso.
Por cierto, creo que no hay ningún travelling, que yo sepa los dos únicos movimientos de cámara en su filmografía fueron el plano del faro en «Cuentos de Tokio» y el mismo plano del faro acompañado de una botella y en color en «La hierba errante». En la entrada sobre Cuentos de Tokio hablo un poco sobre el plano en cuestión.
Creo que hay otro movimiento en otra de sus películas en blanco y negro en la que metían la cámara en un tren o un coche, pero no me acuerdo cual era.
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Pues yo sí creo recordar algún que otro tenue pero sublime travelling en esta obra maestra, que yo también incluyo entre mis preferidas del periodo silente.
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Puede ser, yo siempre había tenido la idea de que sólo movió la cámara en esas dos o tres ocasiones. Me fijaré cuando vuelva a ver alguna de sus maravillosas películas
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Tenías razón Antonio jajaja
Ayer ví «Días de juventud» y está llena de movimientos de cámara, igual que en alguna de sus primeras obras.
Eso sí, de las que dirigió tras la segunda guerra mundial que es cuando todas sus obras tenían un estilo muy similar habré visto unas diez de las quince que dirigió, y en esas pondría la mano en el fuego porque tan solo hay dos movimientos de cámara jaja
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