LUTO (La tía Tula)

Expresión medianamente formalizada de responder a la muerte, es decir, la muestra externa de los sentimientos de pena y duelo ante el fallecimiento de un ser querido.1 En los países occidentales, esto incluye los entierros, las esquelas y la ropa de luto, entre otros. La costumbre de llevar ropa negra sin adornos en señal de luto se remonta al menos al Imperio romano, cuando la toga pulla hecha de lana de color oscuro se vestía durante los periodos de luto (…) En algunas zonas rurales de Portugal, España, Grecia y otros países mediterráneos, las viudas visten de negro el resto de sus vidas. Los miembros inmediatos de la familia del difunto visten de negro durante un período más amplio que el resto. (Wikipedia.)

«Sólo decimos adiós con palabras, me morí cien veces, tú vuelves a ella y yo vuelvo al luto…» (canción Back to black)
Amy Winehouse (1983-2011) Cantante y compositora británica

LA TÍA TULA (La tía Tula) – 1964

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Director Luis Picazo
Guion Miguel Picazo, Luis S. Enciso, José María Hernán y Manuel López Yubero
Fotografía Juan Julio Baena
Música Antonio Pérez Olea
Producción Eco-Surco
Nacionalidad España
Duración 109m. B/N
Reparto Aurora Bautista, Carlos Estrada, José María Prada, Julia Delgado Caro, Lola Gaos, Enriqueta Carballeira, Irene Gutiérrez Caba.

«Estáis viviendo en la misma casa, le lavas la ropa, le haces la cama, os veis a todas horas… Es natural que se haya fijado en ti, que quiera casarse»

Portentosa adaptación de la novela homónima de Miguel de Unamuno, convertida hoy en día en una de las obras más emblemáticas del llamado ‘Nuevo Cine Español’, donde se narraba la desesperanzada relación afectiva que una solterona con gran personalidad y un acentuado sentido de la decencia establece con su cuñado viudo dentro de aquella mustia, tediosa y represiva sociedad de provincias de la época, dominada por coaccionadores prejuicios de carácter religioso, sexual o ideológico. Además de ofrecer una crónica implacable y autocrítica de aquel anquilosado contexto social, Miguel Picazo, que firmaba aquí la primera y mejor película de su desigual filmografía, acondicionó el entramado melodramático con un tratamiento ambiental de asombrosa precisión e hizo gala de un sentido del ritmo tan sosegado como conciso e intenso. Más allá de su extraordinaria dirección de actores, merece especial mención la inolvidable interpretación de su protagonista: Aurora Bautista, que, en el papel más importante de su carrera, componía su personaje con una conmovedora pasión, firmeza y credibilidad.

Otras películas con indumentaria de LUTO

La niña de luto – Manuel Summers (1964)
La novia vestía de negro – François Truffaut (1968)
El funeral – Abel Ferrara (1996)

8 comentarios

  1. La vi hace unos meses y me pareció muy interesante. Aurora Bautista está muy atractiva y morbosa en el personaje reprimido y profundamente decente que interpreta, y la película crea
    una situación de sutil tensión erótica entre ella y su cuñado viudo. Al compartir la misma casa la situación entre ellos se vuelve insostenible. La educación religiosa de la época cobra gran importancia en la conducta de la tía Tula, aunque irónicamente ésta se negará a seguir los consejos del cura de ceder a los deseos de su cuñado. Así la tía Tula se muestra inflexible y firme en vivir según sus convicciones y pese a quien pese. Al final, quizás se arrepiente de su filosofía de vida…
    Un saludo.

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    1. En mi opinión, se trata del clásico español que mejor plasma la vida de provincias en la época franquista, quizás junto a «Cielo negro» de Mur Oti y «Calle Mayor» de Bardem. Aurora Bautista está espléndida, como ya lo estuvo en otros dramas pasionales como «Locura de amor» o «Condenados». Un abrazo.

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  2. Me fascina esta película, la tía Tula, me parece una historia desgarradora. Y Aurora Bautista está impresionante. Pero cuando he visto la palabra me he ido a la versión cinematográfica de una obra de teatro fascinante de Lorca, La casa de Bernarda Alba donde ir de luto y estar de luto se encuentran en su máxima expresión y extremo. Mujeres de negro encerradas en el hogar…

    Besos
    Hildy

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  3. La llegada en 1962 de Manuel Fraga al Ministerio de Información y Turismo y el regreso de José Mª García Escudero a la Dirección General de Cinematografía y Teatro, creó nuevas expectativas con la puesta en práctica de medidas reformistas, tanto legislativas como ideológicas y económicas, que venían a estimular, clarificar y regular la atemorizada industria del cine español de aquellos momentos. En este contexto de tímida apertura surgieron las primeras obras de algunos titulados de la Escuela Oficial de Cine. Venían a inyectar savia nueva y –de paso– dotar al cine español de una renovada imagen, muy conveniente, por otro lado, para la engañosa política franquista deseosa en aquellos momentos de ofrecer a través de los festivales cinematográficos a los que acudían estas películas, una idea de aperturismo y modernidad.
    Aquella esperanzadora corriente fue conocida como “Nuevo Cine Español” y resultó sólo un espejismo que, no obstante, permitió la existencia de algunos títulos prometedores, breve floración que se agostó con cambios de administración y reglamentaciones.
    “LA TÍA TULA” es sin duda, junto a “NUEVE CARTAS A BERTA” de Basilio Martín Patino, y “LA CAZA” de Carlos Saura, una de las obras más importantes surgidas de aquella coyuntura. De narrativa clara y concisa, la cámara dibuja con encuadres de notable precisión la relación de Tula y Ramiro (lo único que al parecer le interesó a Picazo de la novela de Unamuno) fatalmente condicionada por las represiones de uno y otro en el asfixiante contexto de la vida en provincias, panorama perfectamente extrapolable a España entera. Tanto en el uso del plano fijo (genial resolución formal y dramática de la frustrada confesión de Tula con el sacerdote) como cuando se recurre, para no romper la tensión dramática, al plano-secuencia (el emocionante final en la estación, de complicadísima resolución), Picazo demostró en su primer largometraje un sorprendente dominio de la narrativa cinematográfica (sus imágenes rezuman verdad), capaz de una perfecta conjugación de sabiduría y delicadeza, pulso firme y objetividad, virtudes que uno sólo creía atribuibles a maestros consumados. Toda una lección, sí señor, que lamentablemente no se repitió en obras posteriores, de menor interés.
    Para cerrar estas líneas, es de justicia destacar el trabajo de Aurora Bautista, una de las grandes trágicas de los años de Cifesa, felizmente rescatada para la ocasión y que consiguió de la mano de su director una matizadísima, formidable creación del complejo personaje de Tula, elogio extensible a sus compañeras de reparto Irene Gutiérrez Caba y Lali Soldevila (la memorable escena de la despedida de soltera).
    Un saludo.

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