ABDICACIÓN (La reina Cristina de Suecia)

Acto según el cual una persona renuncia y cede por sí misma su cargo antes de que expire el tiempo para el cual se tomó el mismo. En el derecho romano, el término se aplicaba especialmente para desposeer a un miembro de una familia, como al desheredar a un hijo, pero en tiempos más recientes, esta palabra se usa raramente excepto en el sentido de renunciar al poder supremo de un estado. (Wikipedia)

«Podéis hacerme abdicar de mis glorias y de mi estado, pero no de mis tristezas. ¡Todavía soy rey de mis amarguras!»
William Shakespeare (1564-1616) Poeta, dramaturgo y actor inglés

LA REINA CRISTINA DE SUECIA (Queen Christina) – 1933

queen

Director Rouben Mamoulian
Guion H.M. Harwood y Salka Viertel
Fotografía William Daniels
Música Herbert Stothart
Producción Metro Goldwyn Mayer
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 99m. B/N
Reparto Greta Garbo, John Gilbert, Lewis Stone, Elizabeth Young, C. Aubrey Smith, Ian Keith, Reginald Owen, Georges Renavent.

“Fama, gloria, banderas y trompetas… ¿Qué hay detrás de esas altisonantes palabras? Duelo y destrucción, laureles para los mutilados. Quiero que mi pueblo conozca la felicidad. Quiero cultivar las artes de la paz, el arte de la vida. Quiero la paz y viviremos en paz”

Posiblemente el punto culminante en la filmografía sonora de Greta Garbo se encuentra en este intenso melodrama histórico centrado en las adversidades amorosas y palatinas de la legendaria monarca escandinava del siglo XVII, haciendo especial hincapié en su lucha contra los prejuicios sociales de la época y en la volcánica pasión por el embajador de la corona española que le impulsó incluso a abdicar el trono. Enriquecida por el excelso atractivo que fluye de su interesante diversidad temática y una ambigüedad sexual vinculada con la imagen en la vida real de su protagonista, deviene un amargo juicio sobre la ineludible soledad y opresión del poder, surtido de unos portentosos diálogos y dotado de un estupendo tratamiento estético, sin duda, beneficiado por una generosa amplitud de recursos técnicos y artísticos. La mítica diva imprimió al personaje una asombrosa firmeza, energía y humanidad e interpretó junto a su amigo John Gilbert, notoriamente enquilosado en las distintivas muecas del cine silente, unas escenas de amor repletas de aliento pasional y fatalismo, como la prodigiosa secuencia de la posada.

Otras películas en las que un/a monarca afronta su ABDICACIÓN al trono

María, reina de Escocia – Charles Jarrott (1971)
El último emperador – Bernardo Bertolucci (1987)
El discurso del rey – Tom Hooper (2010)

6 comentarios

  1. Qué director más delicado y elegante Rouben Mamoulian, hace poco descubrí la película que rodó un año después de esta, «Vivamos de nuevo», una adaptación de Resurrección de Tolstoi y fue una agradable sorpresa. De esta película recuerdo sus momentos íntimos, esa Cristina de Suecia tocando los objetos de la habitación donde está siendo feliz con su amante como si quisiera retenerlos para siempre.

    Beso
    Hildy

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  2. En la filmografía de la Garbo abundan películas de discutible calidad, otras realmente buenas y algunas -tal vez tres o cuatro- obras maestras («MARGARITA GAUTIER», «NINOTCHKA«), pero si tuviéramos que elegir una como la mejor, sin duda nos quedaríamos con «LA REINA CRISTINA DE SUECIA», única ocasión en que «la divina» fue dirigida por el poco estudiado y casi olvidado Rouben Mamoulian.
    Al margen de anacronismos y falsedades históricas –que poco o nada importan– se nos cuenta una bellísima historia de amor a través de la inspirada, delicada y atmosférica puesta en escena de un maestro a cuyo talento se unía un espíritu innovador y una buena dosis de audacia en su deseo de transmitir al espectador sensaciones, emociones y pensamientos de sus personajes a través unicamente de la imagen (no olvidemos que Mamoulian fue el realizador en 1929 del seminal «APLAUSO», primer film sonoro –un musical– que experimentaba con la imagen y el montaje para no limitarse a clavar la cámara delante de los actores fotogra­fiando parrafadas, o más tarde, en 1935, responsable también de la película «LA FERIA DE LAS VANIDADES», pionera en la utilización dramática del color).
    Estamos hablando de cine “sensorial” y es obligado, en este sentido, referirnos a dos momentos de la película en verdad antológicos que han pasado a la historia con todo merecimien­to: el primero, es la secuencia en que Cristina, tras su noche de amor con el embajador español en la posada, recorre la habita­ción silenciosa y lentamente palpando con sus manos los objetos, paredes, telas, y tratando de grabar en su memoria todo lo que en ella se encuentra, de retener para siempre aquellos momentos y aquel lugar. El segundo, es el plano final de la película que muestra a Cristina en la proa del barco que la lleva a ella y al cadáver de su amado rumbo a España, mientras la cámara se acerca lentamente hasta un primer plano sostenido del rostro «sin expresión» de la Garbo, sobre el que (y esto es lo que deseaba el director) nosotros escribimos el final de la película.
    Un saludo.

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    1. Todo un lujo para el blog tenerte como seguidor y comentarista, Teo. A esta magnífica reseña sólo me queda corroborar mi admiración por el cine de Mamoulian, director como dices poco evocado y que ya había demostrado su capacidad para moverse con especial soltura en diversos frentes: en el dramático/terrorífico («El hombre y el monstruo«), en los parámetros del embrionario cine negro («Las calles de la ciudad») o en la comedia musical («Ámame esta noche«). Un abrazo.

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