EMOCIÓN (Los puentes de Madison)

1. Sentimiento muy fuerte de alegría, placer, tristeza o dolor.
2. Reacción afectiva de gran intensidad producida por uno de estos sentimientos.
3. Interés o intriga de una situación.
(Larousse Editorial)

«Necesito sentir la emoción de la vida, la agitación alrededor de mí»
Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) Pintor impresionista francés

LOS PUENTES DE MADISON (The bridges of Madison county) – 1995

puentes

Director Clint Eastwood
Guion Richard LaGravenese
Fotografía Jack N. Green
Música Lennie Niehaus
Producción Warner Bros./Malpaso Productions/Amblin Entertainment
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 135m. Color
Reparto Clint Eastwood, Meryl Streep, Annie Corley, Victor Slezak, Cristopher Kroon, Jim Haynie, Debra Monk, Sarah Kathryn Schmitt.

«¿Crees que esto le ocurre a todo el mundo? Algunas personas lo buscan toda su vida sin conseguirlo. Otros piensan que no existe. ¿Vas a decirme que lo que tengo que hacer es abandonar?»

Clint Eastwood puso en juego su vena más romántica con este nostálgico y conmovedor melodrama sentimental, basado en el best-seller homónimo de Robert James Waller, donde a través de una serie de dilatados flash-backs reproducía con sobriedad y contención la breve, adúltera e inconclusa historia de amor entre un curtido reportero del National Geographic y una solitaria ama de casa de origen italiano, propietaria de una granja en el estado de Iowa. Con este inesperado cambio de registro, el último cineasta clásico del cine americano sorprendía por manejar el relato con entusiasmo, pureza y serenidad, por sublimar con absoluta delicadeza y respeto las emociones, gestos y miradas de sus desabrigados personajes, por organizar escenas tan contenidas y hermosas como la del baile o el doloroso reencuentro final bajo la lluvia sin recurrir a alardes conceptuales o artificiosas estratagemas con fines lacrimógenos. Las interpretaciones del propio realizador y Meryl Streep, probablemente las más arrebatadoras y sutiles de sus respectivas carreras, contribuyeron al merecido éxito de crítica y público de esta apología a la dulce y ardiente placidez del amor en plena madurez.

Otras películas impregnadas de EMOCIÓN

Y el mundo marcha – King Vidor (1928)
¡Qué verde era mi valle! – John Ford (1941)
Mi vida sin mí – Isabel Coixet (2003)

10 comentarios

  1. Lo que me costó de (más) joven ver Los puentes de Madison… Clint, el tío más duro sobre la faz de la Tierra, haciendo moñadas con Meryl Streep, que le tengo un poco de manía, era una idea demasiado aberrante. Pero claro, luego uno se atreve a romper el tabú y descubre una película soberbia, de las mejores del maestro.
    Por cierto, siendo yo fordiano practicante, he de confesar que ‘Qué verde era mi valle’ me resultó una cinta algo naftalinosa y con tendencia al empalago. De las que menos me gustan suyas, la verdad.

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    1. No eres el único que le tiene manía a la Streep, pero basta con ver esta película para constatar que es una actriz extraordinaria y que no hay ninguna otra que sepa llorar mejor que ella.
      «Que verde era mi valle» fue la primera que recuerdo haber visto de Ford y nunca olvidaré el efecto que me produjo y lo mucho que me emocionó. Mi pasión por el cine clásico nació con esta película, para nada empalagosa, aunque sí extremadamente sensible. Una obra maestra.

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  2. Sí, emoción es lo que se siente ante cada visionado de esta película donde se refleja como en pocas qué es el enamoramiento.

    Ella se baña y contempla que está dónde él antes se ha duchado. Y las gotas de agua caen sobre su piel. Como antes cayeron sobre él. Y todo lo que sea Robert lo siente erótico.

    Ella coge el teléfono. Una vecina llama para cotillear, para hablarle de ese fotógrafo que parece un hippy. Y ella lo tiene ahí, sentado en la mesa de su cocina. Y pone su mano en su hombro.

    Los dos en coches distintos, bajo la lluvia. Él delante, esperándola… mientras el semáforo en rojo. Ella en la camioneta con su marido que nada sabe. Francesca agarra el manillar del coche. Lo aprieta. Quiere bajar pero no baja. Y él pone en el espejo retrovisor, la cadena con la cruz. El semáforo cambia a verde, gira para no regresar.

    Sí, emoción.

    Hace poco descubrí una de sus primeras películas… en las que también se pone muy romántico. La historia ocurre entre un empresario maduro (maravilloso Willian Holden) y una joven hippy… Primavera en otoño. Clint Eastwood deseaba realizar la definitiva historia sobre el enamoramiento… y llegó con los puentes…

    Besos
    Hildy

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    1. Me encanta como has resumido tres de los momentos cumbres de la película! El domingo volví a verla después de muchos años y no pude evitar la emoción y ese nudo que se te instala en la garganta al ver a Clint mojado como un pollo, desvalido, vulnerable y entregado al que ya sabe amor de su vida.
      «Primavera en otoño» es uno de los pocos films que todavía no he podido ver de Eastwood…

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  3. Jamás me gustó esta película, pero de la que no sería capaz de juzgar en negativo. Sencillamente no me llegó. Y claro, una historia de este tipo si no alcanza a captar mi lado afectivo y de emoción en la historia de amor, poco o nada puede uno hacer.

    Por otro lado decir que se ha puesto de moda indicar a Eastwood como el último cineasta clásico americano, como igualmente tú manifiestas, y me gustaría que me desmenuzaras, aunque solo sea someramente, en qué términos podemos hablar de «clásico», pues tal vez nos estamos olvidando de muchos aún vivos, salvo que ese concepto los excluya. Un abrazo.

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  4. Curiosamente me he ido a ver algunos cineastas y ya no están vivos, por lo que sí que quedan pocos. Y claro está, entre ellos determinar si tal es más último o clásico que otro es ya una cuestión de matices. Digamos que solo Allen y Coppola estarían a la altura, salvo olvidos de memoria que ya comienzo a tener de forma preocupante.

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    1. Coppola regresó hace poco después de una década inactivo con unos resultados (según dicen, pues no he podido ver ninguna de sus tres últimas películas) harto irregulares, incluso decepcionantes. Es por ello que no nos queda otro amarre en el que afianzar nuestras esperanzas de continuidad por el cine clásico que no sea en la admirable trayectoria como realizador de Eastwood. En efecto, es bastante común (y reconozco que poco original) considerarlo en la actualidad como el postrero cineasta americano en respetar las constantes estéticas y narrativas de lo que tradicionalmente desciframos como «clásico», término que a estas alturas no creo que necesite ser desmenuzado, dado los conocimientos sobre cine que atesoran los comentaristas del blog, entre ellos tú.

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  5. Sí, entiendo lo que quieres transmitir, en el sentido de cierta continuidad en el ejercicio de la profesión y con una producción de obras de altura, que sí se cumple en el caso de Eastwood, frente a un, por ejemplo, Allen más brillante aún, pero de una personalidad no ajustada al concepto «clásico», y un Coppola genial hace décadas y «derivado» hacia otros conceptos y resultados recientes.

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  6. A mi me gustó la película y la he visto dos o tres veces. Y que conste que no soy nada romántico. Pero me gustó mucho. Lo bordan y hay momentos ( ya comentados) sobresalientes.

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