CAMISETA (Un tranvía llamado deseo)

Camisa corta, ajustada y sin cuello, generalmente de punto, que se pone a raíz de la piel. (Larousse Editorial)

«Con sus seis años y su hermanita llorando la agarró de las piernas y la arrastró para afuera y se sentó en la vereda, y se puso a llorar por la camiseta de Boca»
Aldo Luis Novelli (1957-) Poeta, cuentista y ensayista argentino

UN TRANVÍA LLAMADO DESEO (A streetcar named desire) – 1951

desire

Director Elia Kazan
Guion Tennessee Williams y Oscar Saul
Fotografía Harry Stradling
Música Alex North
Producción Warner Bros.
Nacionalidad Estados Unidos
Duración 122m. B/N
Reparto Marlon Brando, Vivien Leigh, Kim Hunter, Karl Malden, Nick Dennis, Rudy Bond, Peg Hillias, Wright King, Richard Garrick, Ann Dere.

«La belleza física es transitoria, una posesión efímera. ¡Pero la belleza de la mente, la riqueza del espíritu, la ternura del corazón… Yo tengo esas cosas. ¡No se marchitan, crecen! ¡Aumentan con los años!»

Adaptación de la obra de Tennessee Williams que supuso un auténtico punto de inflexión en la industria hollywoodiense, por cuanto abrió camino a un cine más sincero y progresista. Elia Kazan, que ya había dirigido la pieza teatral en Broadway junto a Brando, Hunter y Jessica Tandy, tuvo que esperar a que la censura suavizara el escabroso contenido sexual del relato, incluso alterara su parte final, para acometer la narración de las convulsas relaciones que mantiene una neurótica y desahuciada mujer de impúdico pasado y falsos modales aristocráticos con el violento y soez marido de su hermana, en cuyo asfixiante apartamento de Nueva Orleans se instala a vivir con ellos. Más allá de su impecable ambientación o el opresivo clima perfilado por su escénica realización, este amargo retrato cotidiano ampara su robustez en el mítico duelo declamatorio entre el volátil clasicismo londinense de Vivien Leigh y el arrogante ímpetu stanislavskiano de Marlon Brando, quien cambió el concepto de masculinidad con el viril magnetismo animal que exhalaba bajo su sudorosa camiseta sin mangas.

Otras películas donde el protagonista aparece con una sudorosa CAMISETA

Obsesión – Luchino Visconti (1943)
El largo y cálido verano – Martin Ritt (1958)
Jungla de cristal – John McTiernan (1988)

9 comentarios

  1. Sí señor, meter aquí a John McClaine era cosa obligada. La camiseta de Abanderado más sufrida de la historia.
    Es curioso, Brando recuperaba una tradición de vestir, la de las camisetas interiores, que había derribado Clark Gable en ‘Sucedió una noche’ (si no me falla la memoria), donde aparecía a pecho descubierto tras despojarse de la camisa.

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  2. Ya que mencionas las camisetas quiero dejar aquí una cosa muy curiosa. Cuando Clark Gable en «Sucedió una noche» (1934), de Frank Capra, se quita la camisa y descubrimos que no lleva camiseta, todo el mercado de este prenda se vino abajo. Fíjate tú la importancia que tenía el cine por aquel entonces respecto a la vestimenta, a la forma de fumar, de besar, en fin, a todo. Luego vino Marlon Brando con «Un tranvía llamado deseo» (1951) y la industria de las camisetas volvió a estar en auge. Repite pero un poco más limpio en «Salvaje» (1954). Pero un año después vino «Rebelde sin causa», con un James Dean en camiseta blanca y chaqueta. Entonces fue la repera. El rockabilly no se la quitó hasta finales de la década de los cincuenta. Luego vino «Grease» (1978) con un Travolta con camiseta negra y ceñida. Vuelve el boom, pero solo un año después con «Hair», de Milos Forman, se impuso lo que ya había; lo hippie con esas ropas que parecen, hoy, la vestimenta de los muertos de «The Walking Dead». Ahora la camiseta la utilizamos simplemente para ir a dormir.

    Un abrazo y perdona por el tostón.

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  3. Hola Antonio!!
    Quería agradecer a todos los cinéfilos, porque no sabía que las camisetas habían sido algo de tanta importancia, hasta como modelos sociales. Lo bueno, al ser psicóloga, que me aportan otras cosas y me enriquecen.
    Gracias

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  4. No sé ahora, pero antaño eran básicas, me refiero a las camisetas. Yo de joven las usaba y se llevaban para que se vieran bien en el cuello, hasta el punto que se ponían invertidas y así fuesen más visibles. Cosas de la época. Ya hace décadas que no las uso y ahora que con los años tengo más frío, estoy pensando en comprarme unas cuantas. Y mejor no hablar de esas que usaban nuestros abuelos, pues a mi padre no se las recuerdo, en verano con tirantes y caladas. Norma.

    Algunas veces me pregunto si estas historias abigarradas y apretadas que tanto juego han dado en cierta literatura norteamericana, fuesen trasladadas a un entorno más cercano, digamos que Sevilla, Madrid o Soria, tendrían la consideración que tienen, pues en muchos casos lo que nos cuenta no deja de ser anecdótico, pero eso sí, dándole una importancia, dramatismo y profundidad de calado, cuando menos, excesivo.

    Salvando la ejecución formal, su diligencia narrativa, densidad y el electo de actores, con excepción de la recargada actuación de Leigh, alberga una historia que a mi se me hace pequeña frente a su ampulosidad de génesis y naturaleza. Mundos encerrados en intensos dramas personales y familiares que, en realidad, son intrincados laberintos con mucho de exacerbo, elevados siempre a la categoría de drama, cuando en realidad deambulan en acontecimientos bastante “asumibles” e, incluso, cotidianos. Es por eso que cuando se nos muestran como complejos mecanos sociales y tormentosos muñecos humanos, no llego a creerme su desarrollo y planteamiento. No obstante, si la vuelven a poner en tv, la vuelvo a ver. ¿Por…?

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    1. Ahí radica probablemente la grandeza de un dramaturgo como Williams, que consigue atraparnos con historias nimias y personajes arquetípicos, en gran medida perdedores, solitarios y decadentes.
      Tengo un par de comentarios tuyos por contestar… Siento hacerte esperar, pero me faltan horas.
      Por cierto, los Rankings empiezan a tomar cuerpo, con listas realmente interesantes…
      Un abrazo.

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  5. Sin duda, estoy disfrutando un montón con los rankings y aprendiendo de algunas listas. Por cierto, agradeder desde aquí al amigo Desjuest sus palabras para conmigo. Lo que no consigo es que Abúlico nos haga unas cuantas listas, en la excusa injustificada de su falta de conocimiento o visionado de muchas películas, cuando así estamos todos y él es un auténtico experto, diga lo que diga. Y, Antonio, contesta cuando y como puedas, faltaría más, que ya sabemos que el tiempo es escasísimo.

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